TRES

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Quince días después

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Quince días después...

Una música de fondo me despierta, son notas suaves e hipnóticas.

Desde su muerte ésta fue la primera noche que pasé en mi habitación y debo confesar que es mucho más cómodo estar aquí que en la sala.

Me incorporo y sigo atento a las melodías. Se sienten demasiadas abrazadoras.

No es que la música esté alta, sino todo lo contrario tiene el volumen bajo. Lo que caracteriza a éste edificio es el silencio; creo que se debe a que la mayoría de aquí son viejos.

No conozco la canción pero es muy bonita.

Me levanto y una erección matutina me toma de improvisto.

Golpean la puerta de la habitación y me meto de nuevo en la cama.

-¿Andrés, vas a desayunar? -pregunta del otro lado de la puerta.

¿Cómo sabe que estoy despierto?

¿Qué hora es?

-Ahora voy -contesto un poco incómodo.

-Está bien. Te espero.

Salgo de la cama y no entiendo por qué lo hice. No iba a ser capaz de entrar, creo que no lo haría sin mi permiso.

Me pongo un joggins y salgo de la habitación escondiendo mi erección que hasta el momento no decidió bajarse.

Un buen baño me va a venir muy bien.

En los estantes hay shampoo y crema de enjuague; jabón de tocador y pasta de dientes.

••••

-Buenos días -pronuncia.

Sonrío sin saber que decir. Tiene un humor que contagia, y su simpatía es abrazadora.

-¿Qué escuchabas hace un rato? -Me apoyo en la barra tomando distancia de él.

¿Por qué? ¿Por qué necesito distancia?

-¿Te desperté? -indaga de inmediato un poco alarmado.

-Sí, pero no.

Ríe.

-¿Qué es esa respuesta?

-Sí me despertaste, pero no de forma negativa eso quise decir.

-Ah. Creo que ésta estaba escuchando. -Agarra su celular y toca algo y la música comienza a sonar nuevamente.

La guitarra electrica te cautiva y la voz del cantante es tan agradable.

-¿Quiénes son?

-Chet Faker.

-No lo había escuchado nunca.

-Me lo hizo escuchar Nicolás. Mi compañero de facultad -aclara.

-Ah. Pensé que lo cordobeces solo escuchaban cuarteto -comento con un poco de maldad.

Me brinda una sonrisa amplia y termina en una carcajada. Y ésta vez si deja ver por completo sus dientes perfectos.

-No todos los cordobeses escuchamos cuarteto, sí la mayoría, pero también podemos escuchar otra música. Andrés, te quería decir que vengo tarde hoy, te aviso por sí te despierto hoy algo por el estilo -cambia de tema.

La música culmina y yo me quedo en silencio y rígido.

-Está bien. No me tenés que contar todo lo que hacés. Son tus cosas y en tu vida.

-Lo sé, pero como vivo acá, sentí que tenía la obligación de decírtelo.

Vivo acá.

Quedan en el aire esas son palabras, no hace incapié en ellas, pero mi subconsciente, sí.

-Compré un par de cosas para que tengamos. Ví que no había mucho, a decir verdad no había nada.

Es verdad no había.

-Quedate tranquilo que te lo voy a descontar del pago mensual.

-No lo decía por eso. Mi vieja siempre dice que hay que comer las cuatro comidas, en una regla que nos impuso de chicos.

-¿Tenés hermanos? -indago queriendo saber más de él.

-Sí, somos siete, yo soy el más chico.

-¡Siete!-expreso sorprendido.

-Sí, -dice y aprieta los labios. Creo que no le gusta hablar de su familia-. ¿Y vos?

-Nosotros somos dos nada más, soy el hermano mayor.

-¡Qué suerte! A mí me hubiese gustado ser el hermano mayor o por lo menos algunos de los de arriba.

-Es mucha responsabilidad -informo.

-Siendo el más chico... -se calla unos segundos.

-¿Qué?

-Bueno, mis hermanos son muy protectores los seis. Siempre me estuvieron encima.

-Es normal.

-Yo lo padecí a esa sobreprotección. Y eso que no soy una mina. -Sonríe y yo lo imito.

Se humecta los labios y me mira sin decir nada.

Yo me he quedado plantado en la cocina sin mucho que decir, solo observarlo y es una de las cosas que me están fascinando últimamente.

Es muy confuso.

Se humecta una vez más los labios, los tiene muy rojos, como cuando alguien tiene fiebre, se los ve brillantes y quizá suaves. No sabría decirlo con certeza.

Levanta la mirada y me observa. Reprime una sonrisa aprentando sus labios.

-¿Qué vas a tomar? -indaga rompiendo el contacto visual. Y centrándose en lo que hay en la mesada.

Exhalo con fuerza sin saber que estaba conteniendo el aire.

-Lo que estés tomando. Me quedo jugando con mis dedos en la mesa.

-Mate -responde divertido.

-¿Y, qué tenés que hacer hoy? -Se da vuelta y me entrega la infusión.

-Estudiar, estudiar hasta el hartazgo. ¿Y vos?

Nada.

-Sinceramente, nada.

-¿Cómo nada? Siempre hay algo para hacer. Si a mi vieja le llegábamos a contestar algo así, nos ponía a limpiar y siempre encontraba algo para que hagamos.

-Hablas bastante de ella.

-Sí. -Agacha la mirada.

Siento que va a decirme algo y no lo hace.

Tras una charla banal y sin demasiados detalles, Luis se retira.

Agarra su mochila y se despide.

-Nos vemos a la noche -dice, mientras cierra la puerta. Dedicándome una sonrisa franca y encantadora.

•••

Van a ser las doce de la noche y todavía tengo en la mente ese "Nos vemos a la noche", ya es la noche y todavía no volvió, él dijo que iba a venir tarde.

¿Por qué lo espero? ¿Por qué estoy contando los minutos para que regrese?

Con el corazón roto [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora