Abro la puerta de mala gana, no quiero alejarme de él. Luis sigue con la cabeza gacha tomado de los tiradores de su mochila. No quiero que se vaya, quiero que se quede conmigo. Para siempre. ¿Será eso posible?
El timbre suena una vez y me despista de mi utopía.
Del otro lado de la puerta se asoma la última persona que hubiese querido ver. El haber atendido su llamado, le dió algún tipo de atribuciones.
—¡Hijo, que lindo verte! —Extiende las extremidades y me sofoca con un cálido abrazo. Me quedo tieso, sin responder a su apretado contacto.
—Mamá.
—¿Eso solo vas a decir? Hace más de tres meses que no me ves, hijo.
Su llegada lamentablemente no trae la dicha que ella espera.
—Pasá, por favor.
Luis sigue plantado en el mismo lugar de donde lo dejé.
—Yo los dejo solos, mejor —expresa, sin apartar la mirada de mí, matándome por completo. Pasa por entremedio de nosotros, haciendo contacto con su hombro, y en esta milésima de segundo tomo lo poco y lo último de él: su aroma.
¿Qué es lo que quiere? ¿Qué pretende? ¿Por qué dijo algo así solo para irse?
La verdad es que no lo entiendo. Yo quisiera salir corriendo. Pero mi madre no cesa con sus reclamos siempre es lo mismo. Reproches tras reproches. Solo ella habla, es un monólogo, es la reina del stand up.
—Estás muy solo, Andy.
—No me llames así mamá, ya no tengo ocho años.
—A veces siento que todavía los tenes, que sos un nene al que hay que cuidar. Yo solo quiero ayudarte. Tan difícil es...
—¿Querés tomar algo? —Interrumpo, sus conversaciones terminan siempre de la misma manera.
Ella da una vuelta por la sala e inspecciona todo a su paso.
Parece que envejeció de un día para el otro. Se la ve demacrada pero disimula sus ojeras con algo de base. Sé que soy yo el calvario de mi familia.
—¿Quién era el muchacho que salió, Andrés? —Remarca mi nombre y su tono es demasiado fastidioso. Sé que soy yo, mamá no tiene nada que ver con mi malestar.
—No sé —respondo con sinceridad, no sé qué es o quién es en mi vida. Hace unos meses estaba inmerso en mi miseria, en lo mierda que era todo, hasta que él apareció y todo vuelve a cero.
—¿Cómo no sé? ¿Qué pasa? —Su tono denota preocupación.
—No pasa nada. ¿Mate o café? —pregunto, para cambiar de tema. Él no es un asunto que me gustaría hablarlo con ella, para ser honestos nada es un buen tema para hablarlo con ella. Mamá es... es una persona muy especial. No lo entendería.
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Con el corazón roto [PAUSADA]
Short StoryAndrés es un hombre solitario y egoísta por naturaleza. A raíz de la muerte prematura de su esposa, entra en una profunda depresión que lo lleva a quedarse sin trabajo y alejarse de sus amigos y familiares. Sin ningún tipo de ingreso, decide alquil...