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Seguramente se quedó dormido. Seguramente llegará tarde. Miraba hacia la puerta del gimnasio con ansiedad desde la línea trasera de la cancha.

- Tsukishimaaa! Tsukishimaaa! AMARGASHIMA! -

El grito de Hinata me trajo de nuevo a la realidad de que me tocaba servir, de que estábamos en una práctica, en el gimnasio, en la escuela... No podía concentrarme sin Yamaguchi al otro lado de la red jugando en el equipo B.

Jugué sin jugar. Enfríe sin ganas. Tardé más que de costumbre en la ducha.

- No lo sé. ¿Acaso tengo cara de ser niñero de Yamaguchi? - contesté claramente irritado cuando el capitán preguntó por él y Hinata me bombardeó a preguntas.

Fui directo al aula esperando encontrarlo. Saltarse una práctica, aunque raro, era posible. Saltarse clases, no. Miraba mi celular conteniendo las ganas de enviarle un mensaje.

Casi hundiéndose en su gakuran finalmente entró por la puerta.

- YAMAGU...chi - Consciente de mi grito, volví a sentarme tratando de ignorar que todos habían volteado a verme.

- Ah... Hola Tsukki. Perdón por no -

- Buenos días! Abran sus libros, continuaremos en la página 22 -

A pesar de su esfuerzo por ocultarse en el cuello del uniforme, había podido ver que sus mejillas se encontraban cubiertas por unas gruesas almohadas de gasa torpemente sostenidas por cinta.

La clase jamás me había parecido tan larga como aquel día.


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