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Ahí estaba otra vez frente al espejo, rozando con la yema de sus dedos las pequeñas manchas en sus mejillas y nariz.

No sonreía. No parecía gustarle lo que veía. ¿Acaso mi opinión no le importa? Recuerdo haberle dicho de pequeños que me gustan sus pecas, que son como estrellitas en el cielo. Quizá ya ni lo recuerde...

- ¿Otra vez mirando tus pecas? ¿Tanto te gustan? Deberías dejar de presumir que eres especial -

- ¡Tsukki! - dio un salto al oírme - pensé que ya te habías ido a tu casa -

- Te estaba esperando. Pero si quieres volver solo, me voy -

- ¡No! ¡Vamos! -

PecasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora