Capítulo 22

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—Me siento extraña vistiendo estas ropas—le confesó Camelia a Georgia y a Becky en el palco de los Westhampton.

Ésta llevaba un vestido de mañana color azul aguamarina de mangas largas y cuello alto; Georgia se lo había regalado y Becky le dio dos más. La doncella de Georgia le había hecho un hermoso peinado que consistía en una trenza le rodeaba la cabeza como una corona y llevaba flores blancas pequeñas en ella.

Georgia le sonrió—Ya te acostumbrarás—Camelia le sonrió y continuó viendo las carreras.

La noche anterior se había desatado el caos. Le había inventado a sus hermanos que un cliente de la posada la había confundido con una meretriz del burdel Madame Celeste, con la única diferencia de que aquella era romaní. Así que con la curiosidad en la lengua de saber quién de su antigua familia estaba allí decidió ir a averiguar quién era la susodicha. Para eso tuvo que ir vestida de manera diferente para que no la descubrieran y se encontró con que su prima Camelia estaba trabajando allí. Obviamente Marsias y Uriel se pusieron a despotricar regaños por doquier y se cuestionaron su salud mental; ya que no lee cabía en la cabeza como la hermana del duque de Westhampton se sometió a poner en peligro su reputación y la de la familia entrando a un burdel sola. Y fue allí cuando se desató la segunda batalla de Waterloo, Becky dio un paso adelante y les preguntó cuál era su problema con los burdeles.

—Te recuerdo Marsias—le había dicho ésta—que una puta fue la que te salvó la vida dos veces y un burdel fue tu hogar por mucho tiempo, me parece hipócrita y ofensivo de tú parte que hables de esa manera. Georgia se equivocó en someterse al peligro de ir sola por las calles, pero las putas no somos personas horribles. Y aunque no lo creas las putas somos vírgenes, lo único que está mancillado es nuestro cuerpo más no nuestra alma.

Luego Becky se puso a llorar y su hermano le pidió perdón, incluso ella misma para que dejara de llorar. Luego sus hermanos se acercaron a Camelia y le dieron una cálida bienvenida, Becky informó que se quedaría un momento a solas con ellas y ellos se marcharon a sus respectivas habitaciones.

A continuación Becky comenzó a limpiarse las lágrimas y se echó a reír.

Pasar tiempo con Aitasis a veces trae cosas buenasles había dicho.

Georgia puso los ojos en blanco y luego soltó una carcajada¡Dios mío!¡Estabas fingiendo!

¡Obviamente!exclamó Becky. Ésta se acercó a Camelia y le dio un abrazo.

Soy Rebecca Westhampton, soy la esposa de Marsias. Discúlpanos por hacerte pasar este mal rato Camelia

Su prima negó con la cabezaNo se preocupe, estoy encantada de conocerla

Yo también fui prostituta al igual que tú, pero conté con la suerte de que un buen hombre me diera la oportunidad de amarlo, por eso te aconsejo que aproveches esto que se te está presentado e inicies una nueva vida

A Camelia se le llenaron los ojos de lágrimasMuchas gracias mi lady

Llámame Beckyésta le regaló una sonrisaAhora sí, díganme que pasó en verdad

¿No me creíste?le preguntó Georgia

Su cuñada le sonrióNi una sola palabra

Georgia sonrió ante el recuerdo. De inmediato un criado les trajo una bandeja de té y galletas.

—¿A dónde fueron Marsias y Uriel? —preguntó Georgia

Sangre Púrpura © (Saga Westhampton Libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora