Él le quiso más de lo que se pudo querer a sí mismo.
Y el césped no estaba lo demasiado verde.
Su recuerdo le nubló la vista y él se tiró a la cama.
Por mucho que lo intentara, no podía.
No podía olvidarle.
Por muchos corazones que llenara de vacío.
Por muchas veces que corriese para solo conseguir retroceder.
Las lágrimas formaban ríos de cristal.
Y es que no podía olvidarle.
No podía.
Todas las canciones llevaban su nombre.
Y todos los silenciossus susurros.