Vamos a mi cuarto.

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El almuerzo estuvo bien, y casi Damian no decía nada y le lanzaba miradas asesinas a su padre. 

--Lucy

Damian se queda a la mitad de las escaleras. Y yo le sigo con la vista. 

  —¿Vas a dejarme esperando, granjera?

— ¿Y porque subiría contigo?— le digo confundida.  

Baja las escaleras y se planta delante mío. Lo menos que quiero es pasar tiempo con Damian, él hace esto para molestarme, eso es seguro. Pasa por mi lado, empujándome y yo tengo ganas de empujarlo más fuerte, recuerdo que estoy en su casa y reprimo las ganas que no se extinguen con facilidad.  

  — ¿Tu primera vez en un lugar como este? 

Mi hermano salta a uno de los muebles y yo solo tomo asiento. 

  —Ya vine. Ahora me voy.  

Sorprendido me agarra del brazo y yo atónita trato de separarme. Al notar que no quiere dejarme ir, tiro de mi brazo con más fuerza y logro mi cometido. 

  — ¿No quieres que me vaya? 

  — Deja de decir cosas absurdas— recrimina con un tono de voz acusador.  

Me quedo quieta esperando otra reacción por parte de él y ni si quiera me mira. 

  —¿Y como has estado?  

Se sienta junto a mí y me muevo para poner más distancia. 

  —Bien. Me va muy bien— su voz no me convenció mucho— No pareces aburrida.   

  — Hay mucho que observar por acá   

  — Yo no le veo nada extraordinario— comenta él medio perplejo de que tengamos una conversación casi normal  

  — Obvio, estas acostumbrado a esto.   

Damian me da una mirada de esas que ya me caen mal y desvío la vista para otro lado, solo porque no quiero amargarme el día. 

  — ¿Algo que tengas que agregar?

  —El vestido no va contigo. 

—Que halagador— comento—¿Tienes otra queja sobre mi aspecto?

  —Ven a mi cuarto y te diré todos los detalles.   

  —Tus bromas son excelentes. Deberías ser comediante.  

Eh... Si mamá. Mi novio es Damian WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora