Capítulo II

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El día estaba despejado, corría una suave y delicada brisa que movía las hojas de los árboles dulce y delicadamente, como si se tratase de un vals. Podía escuchar las risas de Sterre y Stefan, quienes jugaban en el jardín a perseguir a Apolo, mientras este ladraba y corría alegremente.

Terminé de empacar mi ropa y miré con tristeza mi violín, que se encontraba en mi escritorio, era sin duda alguna nostalgia el verlo. Di un suspiro y lo volví a guardar en su estuche, para luego cargarlo en el hombro. Me pregunto si en algunas ocasiones nuestros objetos o nuestros gestos pueden llegar a relatar de una manera más sincera quienes somos; tal vez incluso puede que lo logren hacer mejor que nosotros mismos.

-¿Lista?-Dann me miraba desde la puerta de la habitación con una sonrisa triste.

-Ey, si haces esa cara tan horrible, solo conseguiras que me preocupe y no desee irme.-Juró que trate de hacerme la fuerte para evitar llorar, pero en el momento en que mi hermano me abrazo me rompí en llanto.-Todo estará bien ¿verdad?

-Lo estará enana... Pero debes poner de tu parte tambien y debes luchar contra tus pensamientos, no puedes dejar que estos sean más fuertes y te controlen, ¿entendido?

-Entendido.

Cuando bajamos las escaleras de la casa, se encontraban en la puerta Stefan y Sterre discutiendo por algo; se sacaban la lengua al otro y se hacían malas caras. En cuanto me vieron bajar se abalanzaron ambos sobre mi, abrazando cada uno una pierna.

-Tía, dile a Stefan que soy tu sobrina favorita ¿no es así?- dijo Sterre con una sonrisa de angel y ojos de cachorro.-Prometo que yo cuidare de Apolo mientras no te encuentras.

-¡No! Lo cuidare yo, ¿verdad tía? Si Sterre lo cuida, es probable que le ponga estupidos lazos en el pelo, por eso... Yo soy tu favorito ¿verdad tía?

-Alto, alto ahí. A ver mocosos... ¿A qué se debe tanto amor repentino?- mencione en medio de risas al ver como esos dos se peleaban.-Los dos son mis favoritos; Sterre es mi sobrina favorita y Stefan es mi sobrino favorito.

-Así que... Si tío Gustaff tiene hijos ¿no serán tus favoritos? Eso es muy cruel Thea.-Dann se colocó una mano en el pecho de forma que la situación se viera más dramática.

-Callate y no ayudes Dann. Claro que los querré, pero si salen con el genio del papá, no quiero ni imaginarme los pequeños demo... grandes niños que serán.-Los enanos se me quedaron viendo sin entender muy bien lo que estábamos hablando.-La cuestión aquí es que ninguno cuidara de Apolo; porque Ade y Nath vendrán a pasar un tiempo al país y su prima me lo pidió primero. Así que lamento informar que ni Apolo, ni yo estaremos por aquí durante un tiempo.

-¡No es justo tía! Eres muy cruel.-Sterre se fue corriendo y llorando de allí.

-Ok... Explicame Stefan ¿Qué pasa aquí?- Me baje a su altura, observando como al pequeño se le formaban lagrimas en los ojos y apretaba fuertemente los puños.- Dime, ¿Qué es lo que los tiene tan molestos conmigo?

-Te irás tía... Cuando te vayas te olvidarás de nosotros; pensamos que si tal vez alguno de nosotros cuidaba de Apolo... Sería una forma para que no te olvidarás de nosotros.

Mi corazón estaba hecho un nudo en ese momento, no me había puesto a pensar como el irme podía afectar a esos dos pequeños, ellos... A pesar de que Stefan estaba por cumplir 10 y Sterre 6, no eran los pequeños que tanto tenía en mente.

Yo... nunca quise a los niños, a pesar de que yo misma fuí en su momento una. Cuando Dann y Sanne dieron la noticia de que iban a ser padres, la verdad es que me enoje y mucho. Yo había sido la consentida de Dann por mucho tiempo y una alarma en mi se encendió en ese momento, cuando me di cuenta de lo que estaría a punto de pasar. El problema se resolvió al poco tiempo y de una manera relativamente sencilla, todo esto paso cuando el estómago de Sanne comenzó a crecer. El ver como poco a poco crecía una pequeña personita en el estómago (específicamente en el útero) de mi cuñada, me sorprendió indudablemente a mis 11 años. Cuando logré sentir por primera vez como pateaba, me logre dar cuenta de una cosa: me estaba enamorando de ese pequeño karateca que nacería en unos meses.

Aún recuerdo a la perfección ese día... Mi madre y yo fuímos al hospital a ver a Stefan, quien había nacido esa misma mañana del 3 de Mayo. Al entrar a la habitación me encontré a Dann con algo envuelto en una manta verde; al acercarme mi corazón dio un vuelco de 180°. Las mejillas rosadas de aquel pequeño individuo eran adorables, sus ojos miraban con detenimiento a las nuevas personas que se le acercaban y de repente dio un bostezo; dejando que sus pequeñas y rosadas manos quedaran al descubierto. Me enamoré a primera vista...

Cuando mi hermano se ofreció a darmelo para que lo cargara, el miedo se apodero de cada célula de mi cuerpo. Al sostener esa pequeña y fragil cabeza entre uno de mis brazos y el resto de su cuerpo con la otra mano... Aún conservo la foto que nos tomaron ese día. Luego de ese momento me hice una promesa: mi vida le pertenecía a aquel pequeño y sin duda alguna, haría hasta lo imposible para hacerlo feliz. Sé que el amor de un padre no se compara con nada, pero esos dos pequeños le dieron a mi vida otro significado, uno el cual no cambiaría por nada.

-Vamos a buscar a tu hermana ¿está bien?- Stefan asintió y me dio la mano, comenzamos a caminar hacia la biblioteca, una vez ahí toqué tres veces la puerta.- ¿Se puede?

-¡No! No quiero verte tía, vete.

Abrí la puerta de la habitación de cualquier forma y me encontré con Sterre en el sofá, llorando. Cuando me vio entrar se giró rápidamente al lado opuesto, dandome así la espalda; suspire y senté a Stefan al lado de su hermana en el sillon.

-A ver niños, creo que hay un malentendido entre ustedes dos y yo. Quisiera aclarar las cosas antes de irme.

-¡Nosotros entendemos todo muy bien! Te vas a ir y nos vas a dejar, te olvidara de nosotros... Eres cruel.

-Hey, alto ahí. Te recuerdo que soy mayor que usted jovencita y su tía se merece respeto.. Sterre cerró la boca y se quedó observando sus dos puños apretados.- Empecemos por el siempre hecho de que no me voy por gusto; su querida y vieja abuela me esta obligando a irme. Segundo punto, yo no pienso olvidarme de ninguno de ustedes dos, ni muerta me podría olvidar de mis dos mocosos preferidos. Tercer punto, voy a hablar con Adelaide para que cada semana les traiga a Apolo, pero ella será la que lo cuide. Habiendo dicho esto... espero que ambos puedan perdonarme, no era mi intención lastimarlos.

-Tía... Estás llorando aún más de cuando fuimos a ver Coco.

-Hey, fue una película hermosa. ¿Qué les he dicho? Su tía es un poco sentimental.-Sterre se tiro a mis brazos llorando.- Todo está bien princesa... Sé que he estado muy triste últimamente y eso les preocupa a todos, pero prometo que pronto todo estará mejor.

-Te amo tía- mencionaron ambos al unísono mientras chorreaban mocos en mi abrigo.

-Tía... ¿Nos dejarías comer de tus galletas mientras no estes?-mencionó entusiasmada Sterre.

-¿Donde estaba la tristeza porque me fuera?- Ambos me miraban con ojos de cachorro.- Ok, ok... Pero cuanto vuelva tiene que tener para que yo coma.

Ambos al oír esto, salieron corriendo felizmente a lo que me imagine que sería la cocina. ¿Quien lo diría? El drama y todo el llanto porque me iba se pasó rápidamente por unas galletas de chocolate y menta.

-Quien los ve... par de interesados.

-Parecidos a nosotros en su momento, ¿no lo crees?- Dann se encontraba recostado al marco de la puerta, viéndome con una gran sonrisa.-Mis hijos te aman y lo sabes... Ya es hora. ¿Nos vamos?

Di un gran suspiro y le di una última mirada a la biblioteca, me levante y apreté los puños con fuerza.

-Vamos. 

Algo real y efímero (2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora