Capítulo 9 Errores

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Después de que Caty me llamará para avisarme de que Lucí estaba escondida dentro de una de sus bolsas de compras, salí de inmediato en dirección a su casa. Estaba realmente preocupada por Lucí y esta era una de las primeras veces en que sucedía algo así con ella.

Caty y yo vivíamos relativamente cerca, por lo que no me tomé la molestia de tomar algún tipo de transporte para llegar, si no que sin dudarlo dos veces me dispuse a salir corriendo hasta su casa.

Y sinceramente creo que no es una de las mejores ideas que he tenido en mi vida, pues no habían pasado 2 cuadras y yo ya estaba muriendo por la falta de aire y la fatiga.
No me mal entiendan, yo era una chica delgada e incluso estaba segura de que había perdido al menos 3 kilos por no haber comido casi nada durante las últimas semanas, sin embargo no tenía buena condición física para correr.

Después de haber pasado por 76 casas, 23 calles, 1 avenida, 2 semáforos y haber sufrido 3 posibles infartos, llegué a la casa de Caty. Me detuve justo en la entrada para poder tomar un poco de aire y calmarme para poder tocar la puerta y hablar con ella sin tener que hablar por pausas y que no me pueda entender nada.

Tan pronto como toque el timbre de la puerta, Caty abrió la puerta y tomando mi brazo me jaló con fuerza introduciendome al cálido interior donde se encontraba su sala.
   —¡shhhhhh! — dijo en voz baja haciendo una señal con el dedo el la boca.
   — ¿Que sucede? — dije si saber que estaba sucediendo

Caty sin decirme nada, se dirigió a uno de los sillones donde estaban sus bolsas de compras y me hizo un gesto insinuando que mirara dentro.
Me acerqué sigilosamente y me asomé a la bolsa sobre el sillón que Caty me señaló y de inmediato mis ojos se iluminaron al ver dentro a Lucí plenamente dormida boca arriba con sus dos patitas hacia arriba.

  — Yo nunca había visto a Lucí dormir de esa forma, tan inocente y tranquila — dije en tono culpable por no prestar atención a mi propia gata.
   — Es el momento para que empieces a pasar tiempo con ella, Ellen.
   — Se que no le he prestado mucha atención últimamente, pero no es mi culpa yo... — Caty me interrumpió
   — Yo sé... Pero si no puedes cuidarla ya, deberías pensar en darla en adopción
   — ¿¡Estas loca! ? — pregunté ante la idea de abandonar a mi primera y única Gatita.
  —Solo era una opción... Para que deje de sufrir.— su última palabra me hirió internamente
  —... Será mejor que me vaya. — le contesté con frialdad y me acerque a tomar a Lucí en mis brazos.

Tan pronto como tome a Lucí me dirigí a la puerta cerradola tras de mi sin mirar ni decir nada a Caty.
El camino de regreso fue más rápido para mi, me mantuve pensando en todo lo que Caty dijo y asimilando los errores que había cometido con Lucí y todo mundo.
Se que no era la mejor persona y tenía la mejor vida, pero hacía el esfuerzo por salir adelante a pesar de las circunstancias.

Finalmente al llegar a casa mire el reloj de la sala que indicaban casi las 12 de la madrugada. Había pasado muy rápido el tiempo y las palabras de Caty se repetían una y otra vez en mi cabeza hiriendo mi corazón débil. Definitivamente hoy no había sido el mejor de los días de mi miserable vida... ó mejor dicho, nunca lo es para mi.

Entré a mi habitación con Lucí aún en mi brazos acariciandola, no quería soltarla nunca jamás, así que le prometí que la cuidaría bien y no la dejaría sola todo el tiempo. Se que ella podía sentir la ausencia de mi amor y compañía diaria y por eso ella actuaba de esa forma tan distraída y triste sin salir o jugar como ella lo haría normalmente.

Hay veces en las que solo actuamos por instinto y nos olvidamos por completo que hay más allá de lo que uno puede ver. Actuamos como estúpidos arrogantes llenos de egoísmo y llenamos nuestras vidas de amarguras y tristezas.

¿Y la felicidad? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora