El reloj digital que estaba sobre una de mis cajoneras, indicaba las 10:36 p.m.
Yo me encontraba bajo los cálidos cobertores que me envolvían sobre mi acogedora cama... todo iba de tal manera perfecto, hasta que mi sueño y mis visualizaciones fueron interrumpidas por el eco y su espesor ruido de la planta baja de la casa; comer si algún objeto pesado hubiese caído y roto al instante.No tuve remedio, más que encender la lampara de noche situada encima de mi cajonera e ir a averiguar por mi misma que es lo que ocurría y que es lo que había sido el causante de tanto desastre.
—Aiden, ¿eres tú? — pregunté en tono de alerta esperando no llevarme una sorpresa de algún extraño invadiendo la casa.
Tome un pequeño encendedor de unas de mis cajoneras que guardaba para casos de real emergencia y un frasco que contenía aromatizante.
Una chica con pijama de gatitos color azul y pantuflas no podía aparentar ser una señal de peligro... A excepción de el encendedor y el aromatizante del frasco.
Y pensándolo bien, no fue algo muy lógico, pues solo podía provocar fuego y un posible incendio en la casa si todo se salía de control.Aún así con mi mal intento de parecer peligrosa y alertar, armada de lo primero que tuve para defenderme, baje por la escaleras que eran alumbradas por la luz provenientes de la cocina; mientras sigilosamente fui dando pequeños pasos para evitar general el menor ruido posible y atrapar al culpable de tener que despertarme durante la noche de mi sueño.
Sin más, di un brinco pasando de la sombra dada por el muro del pasillo para terminar parándome en la plena luz del foco de la cocina.
Puedo asegurarles con toda honestidad, que jamás en la vida había pasado una situación tan tonta como lo fue esta.
Mi madre se encontraba cargando a mi gata Lucí dándole una reprensión por haber tirado un jarrón que se encontraba sobre la barra de la cocina.
Justo en el instante que mi madre fijó los ojos en mi presencia, su rostro se torno más despreocupado ante la situación.— Cariño, ya que estas aquí... ¿Por que no vienes a recoger los pedazos del jarrón que Lucí hizo favor de romper? — me ordenó saliendo de la escena del crimen de Lucí.
Yo aún no captaba la idea de que todo esto había sido una falsa alarma y había tomado todo esto como un juego hasta que mamá tuvo que mencionarlo.
— A propósito, esas pijamas no hacen buena combinación con tus letales herramientas defensivas — terminó diciendo y riendo a mis espaldas.
Deje mis armas de supervivencia sobre la mesa y tome los pedazos de lo que fue aquel jarrón, tirándolos en el bote de la basura.
—¡Realmente me asustaste, pequeña traviesa! — dije tomando a Lucí en mi brazos mientras tocaba el interruptor de la luz para apagarla de nuevo y dirigirme a mi cuarto donde mi cálida cama esperaba por mi una vez más.
Puse a Lucí en un extremo de mi cama, mientras yo ordenaba mis cobertores un poco para volver a acostarme y retomar lo que dejé en pendiente.
Y mi Gata lo único que hizo fue hacer algunos pataleos a mis colchas para buscar un punto cómodo y dormir conmigo.
Yo no estaba muy acostumbrada a dormir con ella todos las noches... Sólo cuando me sentía sola y necesitaba algo de compañía, ó cuando tenía mucho frío y no tengo a nadie a quien abrazar.
Y que en este caso, eran las dos opciones, me sentía sola y tenía frío.Me senté en el borde de mi cama pensando en los sucesos de esta noche. Mi madre nunca me avisó cuando llegó a casa, y en la cocina no hizo ningún comentario con un poco de preocupación o interés sobre como estuve ó si se tomaron la molestia de dejar comida para mi en la tarde y no morir de hambre.
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¿Y la felicidad?
RastgeleMi nombre es Ellen. Siempre me he preguntado a mi misma sobre la felicidad, si alguna vez había experimentado algo similar, tras grandes sucesos trágicos de mi vida. Estaba en plena edad donde todo es diferente, todo aparentemente cambia de forma a...