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Dinastía Goryeo 978



Un adolescente corría rápidamente por las calles del pueblo entre sutiles risas,  tratando de escapar de la atenta vigilancia de los guardias.

 Al salir del pequeño pueblo, por una casa vieja, hacia un pequeño bosque cubierto por grandes árboles; dirigió su mirada hacia atrás para ver si alguien lo seguía y al no encontrar a nadie comenzó a disminuir la velocidad  yendo al río cercano.

Al llegar al río se apoyó en una de las piedras gigantescas deslizándose delante de este, tratando de estabilizar su respiración, hasta quedar completamente sentado mientras observaba el fluir del agua cristalina con un leve cauce.

Una vez de que su respiración volvió a la normalidad, se puso de pie para luego despojarse de su hanbok con delicadeza, comenzando por su Jeogoridejando al descubierto su torso desnudo. Se despojó de su calzado  dejándolo cerca de su atuendo, ya doblado, que se encontraba sobre la inmensa roca a sus espaldas. Y por último se despojó de su  bajique se ensució a causa de su maravilloso y nada cauteloso escape de los muros del palacio, dejándolo con sus demás prendas.

Ingresó al río con lentitud y cuidado, hasta que el agua alcanzó la mitad de su torso para luego sumergirse completamente y disfrutar de la fresca agua que le brindaba el rio.

 Al elevarse a la superficie volvió a ponerse de pie, con cuidado de lastimarse los pies con las pequeñas rocas, mientras con sus manos apartaba sus cabellos hacia atrás dejando su rostro libre de ellos, con el agua recorriendo cada parte de su musculatura.

—No debería evadir a los guardias, Alteza. —El nombrado con el título busco rápidamente la dirección a dónde provenía la voz, encontrando cerca de sus vestimentas a un soldado e inmediatamente sonrió levemente guardando la compostura. — Es demasiado peligroso.

—Ya se me hacía extraño que no aparecieras, apenas llegué al río. — Respondió mientras continuaba con su actividad. —Además mi protección es lo de menos, el no ser el príncipe heredero me da ciertas ventajas.

—Pero no por eso debe vagar de manera irresponsable, alteza.

—¿Estás cuestionando mis decisiones? —Espetó el joven príncipe deteniendo su acción de manera brusca.

—No era eso lo que quería decir, alteza. Disculpe mi atrevimiento. —Respondió el soldado arrepentido pero aun manteniendo su postura.

El príncipe rió ante la acción del soldado, dejando que su voz se mezclara con el viento que recorrían a través del inmenso bosque como si de una suave armonía se tratara. — Deja de ser tan rígido, JongIn. Solo estaba jugando.

—No debería manchar sus labios con mi nombre, majestad. Solo soy un guerrero encargado de su protección. —El príncipe dejó escapar un suspiro cansino.

—Ya deja de actuar de esa manera, JongIn. —Salió de las aguas del río, importándole poco exponerse de manera desnuda ante un siervo, para luego caminar hasta sus prendas, con mucho cuidado procurando no resbalar con las piedras húmedas. —No hay nadie aquí.

—Pero alteza.

—Te ordeno que dejes de hablarme así. —Espetó con dureza haciendo notar su autoridad, que el humilde soldado solo respondió un ', alteza—¿Contigo no se puede, verdad?

—Sabes muy bien que el expresarse de manera informal con la realeza significa un claro destierro y humillación. —Continuó JongIn, mirando en dirección al príncipe sin llegar a verlo directamente a los ojos. —Me es incómodo hablar así, con usted, príncipe KyungSoo.

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