10. ¿Dormir juntas?

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Su cuerpo sentía una pesadez terrible

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Su cuerpo sentía una pesadez terrible. Una angustia la desbordaba por dentro como si alguna vivencia del pasado se apoderara de ella.

Todo el cuarto estaba oscuro. Pensó que su ventana había sido clausurada, y por eso no hostigaban ni los faros de la calle ni el sol.

Giró hasta sentarse, incluso le pareció extraña la frazada y, en el momento en que sus pies descalzos se estrellaron en una alfombra peluda, supo que no estaba en casa.

Su respiración se comenzó a agitar como esos días en que la lluvia tocaba su piel. Su primer impulso fue tratar de llegar a la pared en busca de un interruptor. No quería gritar, no quería hacer ningún ruido, pero su pecho indicaba que la desesperación había tomado el control.

Al fin escuchó un clic que iluminó la habitación. Giró, respirando con la boca por la agitación del momento. Las paredes negras de un cuarto desconocido era lo que la rodeaba.

Recién ahí se percató del peso de su cabello. Sujetó las puntas oscuras al notarlas, y devolvió un vistazo a la habitación. Había un espejo de cuerpo completo del otro lado.

Caminó con lentitud y miedo hacia él. Observó las uñas de sus pies pintadas de negro y violeta. Lo que sea que estaba ocurriendo, ella lo presentía, así que dio pisadas fuertes hasta llegar al ovalo que reflejaba el cuarto.

Talló sus manos por su cara y luego se detuvo al sentir que no debía siquiera tocarse. Era el rostro de Lilian. Giró de nuevo para ver el cuarto...

Ella era Lilian.

Eso estaba mal. Todo eso estaba mal. Tenía que encontrarse con Iris por la tarde y estaba atrapada en ese cuerpo.

Esto debía ser un sueño. No había duda, era un sueño. Pero la sensación en su piel era más real que todas las vívidas pesadillas que la habían torturado durante ocho años.

Buscó su teléfono, o mejor dicho el de Lilian, en la habitación, en la mesa de luz, en los cajones, bajo la almohada... tenía que hablar con ella.

Si era real, no encontraba otra explicación más razonable que la lluvia de estrellas. Ayer se había abandonado a ella misma para intentar volver a ser la de antes.

Mientras más lo pensaba, menos sentido tenía.

Se detuvo al encontrar un cuaderno bien abierto en su escritorio, sus páginas maltratadas tenían frases cinceladas al azar. Todo estaba perfectamente alineado. Brochas de maquillaje, paletas, pinceles, pintura, estaban en diferentes repisas bajas, ordenadas por color y forma. El cuaderno escrito era el único que rompía la armonía del cuarto.

"Desperdicié las estrellas. Mi deseo no se puede cumplir."

"Odio dormirme y no distinguir qué es real y qué no."

"¿Por qué no puedo levantarme con ganas de vivir?"

Melissa cerró el cuaderno por respeto. Si Lilian también tenía algo que la atormentaba, o solo eran frases sin trasfondo, ella no tenía por qué meter sus narices.

El silencio de las Mariposas | GL | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora