La frescura de la noche la obligó a despertarse. De manera cautelosa, Iris se sentó para buscar la frazada amontonada a sus pies.
La habitación de Melissa no estaba a oscuras por completo. La luz de la calle atravesaba las cortinas. Aun así, le costaba ver porque estaba soñolienta y con la mirada nublosa. Encontró las esquinas de la frazada y se apresuró en acomodarla para cubrir a Melissa con ella.
—¿Puedes abrazarme? —la rubia preguntó de repente.
Todo ese tiempo, Iris pensó que estaba dormida, así que no pudo evitar dar un sobresalto que le robó una pequeña risa a su amiga.
Se arrimó a ella, pasó uno de sus brazos sobre la cintura de Melissa y usó el otro como almohada. La atrajo a su cuerpo hasta hacer contacto con toda su espalda y juntó sus piernas a las de Melissa, enredándolas con el calor que emanaban.
Melissa trató de girar su rostro para hablarle, pero no quería moverse demasiado para no desarmar esa posición cómoda que había obtenido.
—¿Qué harás mañana? —preguntó.
—Me voy temprano, pero estaré contigo antes de que notes mi ausencia. —Iris besó su cabello luego de decirlo.
—Tengo una sesión grupal por la mañana, así que podrías buscarme para almorzar —susurró con la voz cansada.
Con su mano derecha, sujetó la de Iris y entrelazó sus dedos. Iris bostezó y refregó el rostro en el cabello de la rubia para acomodarse.
—Secuestro en el almuerzo, entendido.
—Será mejor para mí si es un lugar para pintar, necesito terminar un lienzo antes del veinte.
Cerró los ojos con plena confianza. El sueño la estaba llamando.
—¿Qué hay el veinte? —consultó Iris.
—Una amiga va a cumplir años.
—¿Quién? ¿Podría acompañarte?
—Todavía no me dijo si haría fiesta. Además, para esa fecha ya te habrás ido.
Iris se refregó los ojos y recordó que sí lo haría. El dieciséis debía volver a casa. Tendría que esforzarse en obtener más sesiones en el sector central si quería ver a Melissa más a menudo.
—Está bien. Entonces buscaré un lugar así. —Iris no tenía energía para insistir—. ¿Quieres comer algo en especial?
No hubo respuesta, Melissa se había dormido. Su respiración suave se volvió constante entre sus brazos. La contuvo guardando ese recuerdo en su memoria.
Su cuerpo tibio estaba unido a ella y, al tenerla así, se sentía fuera del mundo en el que había estado todos esos años.
Iris también había puesto en pausa su vida, había albergado tantos años la sensación de dejar una parte de sus emociones escondidas en un cajón. Melissa era experiencia incompleta y una parte en su historia que debía llenarse.
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El silencio de las Mariposas | GL | +18
Romance《Cuidado con lo que deseas bajo la lluvia de estrellas.》 Melissa apenas puede caminar a seis calles de su casa. Lilian trabaja justo a cinco calles. Melissa desea ya no sentirse vulnerable. Lilian vive por ayudar a la gente vulnerable. Una lluvia de...