11. Y no como amiga

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Después de su encuentro por la mañana, habían llegado a un acuerdo: el plan consistió en que Melissa escape de su familia cuando no la estén observando

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Después de su encuentro por la mañana, habían llegado a un acuerdo: el plan consistió en que Melissa escape de su familia cuando no la estén observando. Lilian le pidió volver a almorzar a su casa, luego traer su mochila con su pijama, algo de ropa interior y aunque sea un labial.

No podía ceder a Melissa la responsabilidad de hablarles y decirles que iría a dormir a otra casa. Si era sincera, ni ella se animaba a hacer algo así bajo la mirada de sus padres. Por lo que le iba a enviar un mensaje a su hermano avisándole que no iría a la cena.

Mañana tendría que enfrentarse a las consecuencias.

La ligera sensación de que estaba tomando una mala decisión le incomodaba por dentro. Pero estar junto a Melissa... ¿Cómo podía implicar una mala decisión?

—¿Quieres té?

Giró para ver a la responsable de interrumpir sus pensamientos. Un brilloso cabello húmedo caía sobre la toalla que llevaba en sus hombros.

—Café —dijo, aunque no era una respuesta concreta.

—Lo prepararé hasta que te termines de bañar. —Apretó los labios al notar los ojos de Lilian—. Perdón si te incomoda cómo estoy vestida, traté de ponerme algo largo, pero aquí me siento más libre y.... también la costumbre...

—No te preocupes, no me molesta.

Melissa caminó con medias por la madera. Se había puesto un remerón rojo que no cubría su short de dormir y... al verse mejor, ese color le sentaba fantástico. Lilian no se ruborizó solo porque estaba viendo su propio cuerpo.

—Dejé la bañera llenando, en un momento estará lista.

—¿No te molesta?

Como respuesta negó con su cabeza. Aun así, no pudo evitar sonrojarse de solo pensar que vería el cuerpo de Melissa desnudo. Que lo sentiría. Esto incluso le turbaba más que el hecho de que ella acababa de ver el suyo.

—Me... —cortó su voz temblorosa—. Creo que de hace tiempo no me sentía tan bien al ducharme... supongo que viste todas las marcas que tengo... evitarlas, aunque sea por un día me hizo bien. Gracias.

El rubor ya se hacía presente en su rostro. No podía malinterpretar esas palabras, no ahora cuando se estaba sincerando. Era una tonta por no poder controlar sus reacciones. Estaba feliz de estar con ella.

—Perdona si tomé prestado tu cuerpo y si me siento cómoda en él, por eso no puedo molestarme con que tengas el mío.

Lilian se levantó de la cama y caminó hasta alcanzarla. Era su rostro, pero no era la que veía en el espejo. En su cara se podía notar la presencia de Melissa. Sus miedos desdibujados en sus gestos.

—No te sientas culpable... no había forma de saber que tu deseo se iba a cumplir.

—Es una idiotez.

El silencio de las Mariposas | GL | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora