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─ Es mejor que compres café de la tienda de al lado porque aquí...

Me dijo el chico que caminaba a mi lado desde hace unos quince minutos, contándome cómo la máquina de café no funcionaba correctamente y que los encargados de la estación de policía eran demasiado tacaños como para comprar una nueva. Era mi primer día de trabajo en la estación, acababa de ser asignada a esta ciudad y no esperé que el primer tour que tuve en Valley View fuese sobre una vieja máquina de café. Estaba tan ansiosa por saber qué clase de trabajo me tocaría, no dejaba de preguntarme si podrían asignarme a una misión peligrosa, que si tendría que usar un arma o no, tenía tantas preguntas que me era imposible no ignorar al chico que seguramente seguía hablando sobre la máquina de café. Un chico muy guapo, pero aburrido.

─ Oye, oye. ¿Estás bien? ─ Me preguntó. Seguro que pasé demasiado tiempo ignorándolo y se dio cuenta. Ugh.

─Sí, sí. Estoy bien. ¿Qué decías?

─Ah, vale. Decía que me parecía raro que una chica como tú fuera transferida desde California hasta aquí.

¿Una chica como yo? ¿A qué se refería? No se lo iba a preguntar.

─ La ciudad pinta bien, solo pasé por el centro pero debe ser un lugar interesante.

El chico soltó una sonrisa incómoda. Desearía saber en qué estaría pensando. En aquel momento no recordaba su nombre, me lo había dicho justo antes de empezar el recorrido sobre la máquina de café, pero no lo recordaba ahora. Bajé la mirada disimuladamente hacia su pecho, donde se encontraba una plaquilla con su nombre. "Oficial S. Mendes" Ah, al menos ya sabía su apellido.

─Es un lugar interesante...

El oficial respondió pero quedó callado de inmediato cuando escuchamos una ola de murmullos y susurros llenar nuestro lugar de trabajo. Todas las miradas se fueron a la entrada principal de estación, incluyendo las nuestras.

─Y creo que llegaste en el momento perfecto. ─Me dijo. No lo entendía, sin embargo, presentía que lo iba a hacer pronto. ─ Presta atención.

Le hice caso. Mi mirada no se despegaba de la entrada principal, mi curiosidad aumentaba y mi impaciencia también a medida que los murmullos y los susurros continuaban molestando mis oídos.

"Es ella"

"El sujeto clave"

"La rutina de siempre"

─ Allí está. ─Dijo Mendes. ─ Cuenta hasta diez. Siempre hace algo.

Empecé a contar. 1, 2,... Observamos a una pequeña y delgada chica de cabello rubio y piel tan blanca como la nieve ingresar a la estación con las manos esposadas. 6, 7,.. Estaba al lado de un par de grandulones que la escoltaban hacia la carceleta del lugar pero antes de hacerla entrar dejó de caminar. 9, 10... Uno de los grandulones hizo un gesto en total disgusto y la empujó no con mucha fuerza con su gordo y grasiento brazo, como para hacerla entrar pero la chica siguió de pie, estática en el mismo lugar. El segundo tipo grandulón soltó un gruñido e imitó la acción del primero. ¿Por qué no la empujan más fuerte? Se lo preguntaré.

─ ¿Por qué no─

─ ¿Por qué no la hacen entrar a la fuerza? ─Mendes me robó la pregunta, así que lo miré y asentí. ─ Porque es Kim Taeyeon.

Vale, esa respuesta tan floja no me la esperaba. ¿Y quién diablos es Kim Taeyeon? ¿Qué significa?

Seguí mirando a la chica de la que ahora sabía su nombre. Aún no podía ver su rostro, solo tenía acceso a su espalda. El cabello lo tenía por arriba de la cintura, se veía sucio pero ordenado, tenía los codos raspados, unas heridas en los brazos que no parecían graves pero sí dolorosas. ¿Qué estaba esperando? Qué chica tan extraña y misteriosa.

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