VALLEY VIEW | TAENY |

06. A

Si alguien pregunta por la vida de Im Yoona podemos resumirlo en unas pocas palabras: Ha sido tremendamente difícil.

Abandonada por su madre, malas calificaciones, su padre la maltrata y por si fuera poco, vive en la sombra de su hermana. Su querida hermana mayor, Nana era la típica chica perfecta, rubia y alta que le robaba la poca atención que la pequeña Yoona recibía. Nana era hermosa, sí. Hasta Yoona lo aceptaba, pero rayos, qué envidia le daba.

Yoona quería ser como Nana, quería recibir la atención que ella recibía pero cada vez que lo intentaba, se hacía más difícil.

Yoona mandó a citar a Kim Taeyeon a través de una de sus personas de confianza y esperó pacientemente a la chica Kim en la oficina del director de la escuela. El director de la escuela era su padre, Im Yonghwa. Paraba en todo lugar menos en la escuela así que Yoona disponía de su oficina cada vez que lo deseaba. Yoona merodeaba por allí en sus ratos libres y era su escondite perfecto para cuando no deseaba entrar a clases. Era su lugar.

Cuando alguien entró a la oficina del director, Yoona se puso de pie, con postura perfecta y un semblante serio, miró directamente a su invitada. Pero esta no reaccionó como lo esperaba.

Taeyeon miró a Yoona como si lo que tuviera en frente fuera un mounstruo o algo así, puso una mueca que la descolocó.

─ Cuando me dijeron que Im quería hablar conmigo, espere ver a una Im rubia, muy alta y sensual. ¿Sabes?

Dijo Taeyeon. Yoona se enojó, otra vez preferían a su hermana más que a ella. Yoona tenía el cabello negro, lacio, su piel era tan blanca como la de su hermana, tan blanca como la nieve, tenía el rostro perfecto pero su hermana poseía un poder especial que causaba que toda la atención se fuera directo a ella.

─ Nana y yo tenemos el mismo poder en esto. ─Dijo Yoona, chasqueando los labios.

─ Claaaaro. ─ Respondió Taeyeon con ironía.

─ Quiero asegurarme de que no dirás nada.

─ ¿Con quién crees que estás hablando, Im?

─ Es por eso que quiero asegurarme, Kim.

─ Esto es una pérdida de tiempo. ─ Taeyeon se despeinó los cabellos rubios y empezó a caminar en dirección hacia la puerta para irse.

Sin embargo, Yoona y su testarudez pudieron más.

─ ¡Espera! ¡Esto es algo serio! ─ Exclamó la pelinegra.

Taeyeon volteó a verla. Sus ojos se posaron en los contrarios y suspiró. ─ Las cosas serias las hablo con tu hermana, pequeña Im.

Y dicho esto, Kim Taeyeon se fue de la oficina del director.

Yoona estaba enojadísima, otra vez el asunto de su hermana. ¿Por qué nadie la tomaba en serio? ¿Por qué toda su vida giraba en torno a su hermana? Yoona sabía que era alguien importante pero nadie le daba atención. Al menos eso ella pensaba.

Al otro lado de la oficina del director, una mujer de veintitantos años debatía con su interior sobre si entrar o no entrar a la habitación, esa mujer le daba toda la atención del mundo a Yoona, solo que esta última lo ignoraba por completo. O al menos, eso creía.

"Vale, pues qué más da" Pensó.

Cuando entró no esperó ver la cara de Yoona hecha una furia. Antes de entrar, vio a una pequeña rubia echando maldiciones por lo bajo. ¿Una pelea? La verdad es que lo que sea que tenga que ver con Yoona le interesaba. Es que Yoona, para Seo Ju Hyun era demasiado importante.

─ ¿Uhm? ─ Soltó en una especie de gruñido la pelinegra. ─ ¿Qué quieres?

─ Vengo a decirte que no puedes estar en la oficina del director, yo estoy a cargo así que...

─ ¿Puedes callarte? ─Cuestionó de forma maleducada la pelinegra.

Seo Ju Hyun pensó que la chica era una engreída. ─ No me importa hija de quién seas, soy tu superior y yo estoy a cargo por lo que...

─ Pregunté si podías callarte. ─Volvió a decir la chica, aún enojada. Su rostro expresaba estrés. Necesitaba claramente desahogarse y vio con qué cuando la chica menor y pelinegra empezó a abrir el minibar de la oficina para sacar una botella de vodka y beberla como si se tratase de agua pura. Beneficios de estudiar en una escuela para ricos.

Momentos después de beber empezó a toser y Seo Ju Hyun a reír. Qué chica boba, el vodka no es ningún juego.

─ No está permitido que los estudiantes beban en horarios de clase.

Yoona, quien se estaba recuperando, dejó de toser para quejarse en voz baja. ─Aún no te callas...

─ Ve a tus clases, por favor. ─La chica le pidió a la pelinegra con amabilidad.

─ Es la oficina de mi padre, puedo hacer lo que quiera. ─Dijo Yoona volviendo a darle un trago al vodka, aún no aprendió la lección.

Yoona observó el rostro de Seo Ju Hyun y le preguntó de la nada. ─ ¿Cómo es que te llamas?

─ Puedes decime Seohyun.

─ Vale, Seohyun. ─ Yoona se sentó en el asiento de cuero de su padre, cruzando las piernas. ─ Dime algo.

Seohyun no respondió, la miró, esperando que le preguntase alguna cosa.

─ ¿Por qué todos los días, a cada hora, pasas por cada una de mis clases?

Seohyun palideció. Nunca esperó esa respuesta, estaba avergonzada. ¿Por qué? ¡Porque era verdad! Ella pasaba por cada una de las clases de la chica solo para ver como se encontraba.

─ ¿Tienes una obsesión conmigo o algo así? ─Yoona empezó a sonreír, su sonrisa se ampliaba a medida que la miraba. ─ Me sorprende.

─ No sé de qué hablas. ─ Comentó Seohyun. ─ Ahora ve a tus clases, por favor.

─ ¿Para que me puedas seguir viendo a través de las ventanas? ─ Yoona rió suavemente, de forma juguetona.

Mientras la mujer mayor, enrojeció.

─ Creo que necesitas verme cada día para tener algo con lo que masturbarte por las noches. ─Yoona seguía hablando y de vez en cuando, bebiendo. ¿Qué no le daba asco el vodka? Pensó Seohyun.

─ Deja de decir cosas sin sentido o te sancionaré. ─Advirtió la mayor.

─ Hazlo. ─ La pelinegra dijo desafiante.

─ Te expulsaré.

Yoona bostezó. ─ Estaré de vuelta en un abrir y cerrar de ojos.

─ Te crees mucho por ser la hija del director, eh.

─ Si. ¿Y qué? ─ Yoona preguntó como si nada.

─ Adiós, engreída. ─Seohyun se dirigió a la puerta, al igual como lo hizo Taeyeon hace un rato, pero esta vez, Yoona no la detuvo. Más bien se apresuró en decir.

─ Como sea, ya tienes con qué masturbarte por esta noche.

Y Seohyun se fue refunfuñando de ahí, porque aunque lo negara, era cierto.