Capítulo I: Es la hora

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Empezó a salir el sol, dorado y brillante, y Portuorr empezaba a brillar con su luz.

Portuorr era una pequeña ciudad, casi un pueblo, donde había una pequeña fortaleza de piedra, con ventanas delgadas en sus tres torres y techos cónicos en las mismas, un patio con dianas y muñecos de tela y paja, hechos para la práctica de los soldados, a los que se les escuchaba entrenar desde el amanecer hasta el anochecer. La ciudad estaba rodeada de una pequeña muralla de granito gris, y dentro había casas grandes y pequeñas, la mayoría de madera, y a las afueras de la ciudad, había muchas campiñas, con distintos cultivos.

En medio de esa pequeña ciudad, estaba Dayn, campesino hijo de Flairr, un pastor de ovejas en su tiempo libre, pero en realidad trabajaba ayudando a la casa gobernante de la ciudad en la crianza de caballos.

Dayn tenía entonces quince años; su padre quería que el no se convirtiese en soldado. Sabía que en el reino sucedían muchas guerras civiles, aunque afortunadamente estaban en un momento bastante extraño en el reino. Había paz.

Estaban en verano, en el mes sexto. Dayn, cuando su padre trabajaba criando caballos, cuidaba las ovejas; por la zona había osos, y ya se había encontrado varias veces con uno.
Pero los osos ya sabían que no debían acercarse a las ovejas de Dayn; Dayn era muy, pero muy hábil con la honda, y siempre daba en el blanco. Su secreto era dejarse llevar por el instinto. En cierta ocasión, apareció un gran oso, de pelaje negro, con una raya blanca por la espada, y Dayn preparó su honda para atacar. Escogió una piedra no muy grande, y empezó a girar la honda. Cuando la soltó para que volase hacia el oso, le dio tan fuerte en el ojo amarillo del animal que pudo ver la la sangre chorrear del ojo y caer al piso. La piedra había penetrado tan fuerte y el tiro había sido tan perfecto que el oso cayó, muerto.  Dayn entonces tomó un cuchillo y le cortó la piel al animal.
Cuando llegó al pueblo con las pieles todos se sorprendieron. Ya sabían que Dayn auyentaba osos y de vez en cuando traía sus pieles pero esta vez todos dieron un grito de asombro: había matado un oso térro, el oso mas peligroso del sur del reino, o quizás de todo el reino.

El chico de quince años que mató un oso térro. Sonaba genial.

Ya era la tarde, y Dayn estaba cuidando los caballos, como hacía de vez en cuando. Había unos quince caballos en los establos de los nobles de alto título, y en otro establo estaban veinte caballos, pertenecientes a terratenientes, barones, caballeros.

Dayn sentía algo que no entendía: cual era su destino.
El se sentía realmente sin propósito y no sabía que hacer. Se había empezado a sentir así desde hacía un año y medio. Miraba a los caballos.

"¿Que crees que debería hacer, Holly?", le preguntó a un caballo de color alazan mientras sonreía.

"¿Y que es lo que piensas tú?", dijo una voz profunda cercana a Dayn.
Dayn se dio la vuelta. Era extraño. No había nadie más en las caballerizas. ¿Quién podría haberle preguntado?.
No le importó mucho y volvió a mirar al caballo. Entonces vio a un persona detrás del caballo, la cuál tenía una larga barba blanca, llevaba un bastón que parecía de roble, lleno de marcas y estaba encapuchado. Dayn se cayó al suelo con paja del susto que tuvo. Pero se paró y, tratando de calmarse y de no aparentar miedo le preguntó:
¿Q-quién eres?, intentando parecer valiente, pero se dio cuenta que sonaba bastante asustado. Hubo silencio por un largo tiempo, y ya cuando Dayn pensaba que el hombre no le iba a contestar y se dirigía de nuevo con los caballos, el hombre habló.

"La verdadera pregunta es: ¿Quién eres tú?.
Dayn se sorprendió por la pregunta. También se sorprendió de que el caballo aún no le había pateado en la cara al hombre pero eso no era importante. ¿Cómo este extraño le había preguntado tan específicamente de tal tema que lo molestaba?.

"Yo no soy nada", dijo Dayn mirando el suelo. Se sentia vacío
"¿Porque piensas eso?", le preguntó el hombre. Parecía gentil, pero Dayn parecía no confiar mucho en él.

"¿Que acaso no lo nota? Soy un campesino, no soy nada especial", dijo Dayn cabizbajo.
"Puedo ver tu futuro Dayn", dijo el hombre. Dayn se sorprendió de que supiera su nombre, pero aún así no se la creyó facilmente, ya que hacía tiempo que había dejado de creer en la magia. Pero luego de un largo tiempo de silencio, decidió ceder, y le preguntó:
"¿Que ves?" pregunto Dayn inseguro.
"Veo un viaje largo", dijo el hombre.
Dayn estaba confundido, ¿Porque a el le estaba hablando? ¿Y cual era ese viaje?. No entendía nada.

"Viajarás por muchos reinos: los Ocho Reinos Feudales", dijo el hombre como leyendo sus pensamientos.
"¿Como te llamas?", le preguntó Dayn, curioso
"Mi nombre es Wenkor", le respondió el hombre.
"Soy un mago de tierras lejanas,  con la misión de verte y entregarte el mensaje del viaje", le dijo Wenkor.

"¿Y cuándo debo de partir?", preguntó Dayn a Wenkor.
"Eso lo debes decidir tú, Dayn", dijo Wenkor con una sonrisa.
Entonces, sin aviso, Wenkor desapareció.

Dayn se puso a pensar, y decidió que lo mas apropiado era partir de inmediato. Preparó una bolsa de cuero. Llevaba su honda, un cuchillo, una cuerda y algunas provisiones; también preparó una cantimplora con agua.
Fue hasta donde estaba su padre, el cual estaba cenando, y durante la comida Dayn le explicó a su padre sus intenciones de viaje. Flairr, su padre, protector como era, ya que era su único hijo, se hubiera mostrado escéptico si su hijo lo hubiese hecho porque fue una idea suya, de adolescente. Pero se lo había dicho un mago, y Flairr conocía una historia, la historia de Wilzin Tormentarroja, un mago en el norte del reino, de la ciudad de Tormentarroja. Este nombre había de las particulares tormentas del lugar, con rayos rojos y nubes coloradas. Wilzin, dicen muchos, ha estado ahí desde hace siglos, y hasta algunos creen que es inmortal, y Flairr sabía por experiencia propia que los magos eran muy sabios, y nunca decían nada sin motivo.
Aunque le dolía bastante, Flairr dejó ir a su hijo, y Dayn se puso en marcha para descubrir su identidad y su destino. Ya era la hora.

Las Desventuras de DaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora