Capítulo III: ¿Un amigo?

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Dayn entró a la taberna. Esta era ancha, con unas escaleras que daban a un segundo piso, donde estaban las habitaciones, porque además de taberna era posada, y la gente paraba a descansar allí durante los viajes por los caminos de tierra. Estaba ruidoso adentro. Había varios hombres borrachos, cantando canciones tradicionales de Vadorrojo, con un fuerte acento vadorrojí. Uno de ellos, un hombre alto y de pelo negro, algo grisáceo, dijo:
"Este chico no es de aquí, ¡hip!, que divertido".
"Vamos muchacho, bebe con nosotros", dijo otro.

Dayn no bebía, y la verdad no tenía intención de hacerlo. Se sentó en una mesa del fondo.
"No eres de por aquí", le dijo una persona que por la oscuridad Dayn no había alcanzado a ver. Después de acostumbrarse a la oscuridad, lo vio mejor. Era un chico pelirrojo, de estatura baja, que parecía muy joven.

"Pensé que los vadorrojíes eran mas disciplinados", le dijo al chico.
"Estos son borrachos que encuentras en cualquier lado. Los soldados tienen disciplina." dijo el chico.
"¿De dónde eres?" le preguntó Dayn al chico.
"De Alascia, a unos pocos kilómetros de aquí", dijo el chico. "Soy cazador".
"¿Cómo te llamas?", preguntó Dayn.
"Me llamo Kírdan", respondió el chico.
"¿No tienes un apellido?" le preguntó Dayn por curiosidad.
"No", dijo Kírdan, "Soy un campesino pobre sin mucho que hacer mas que cazar".
Dayn quería contarle su propósito de viaje, aunque sonaba increíble, pero aún así que decidió hacerlo.

"¿Para que has venido hasta aquí?", preguntó Kírdan como si leyera los pensamientos de Dayn, "Se nota que no eres de Vadorrojo, pareces del este, de Argarya". Argarya era el nombre del reino se Dayn. Era como una abreviación, de Argaryan, palabra del idioma de los dragones y apellido se la familia real.

"Tengo como misión viajar por los Ocho Reinos para encontrar mi identidad", dijo Dayn. Kírdan empezo a reírse.

"Eres muy divertido", le dijo Kírdan todavía riendo, "¿Tienes alguna otra historia graciosa y entretenida que contar?"
Dayn se sintió ofendido. Suponía que le contestarían de tal forma, pero nunca pensó que le ofendería tanto. Debía salvar su honor, así que le contó su anécdota más reciente.

"Hoy maté un Kilvan", le dijo Dayn con una mirada suspicaz.
Kírdan se rió mas fuerte.
"¿No me crees?", le preguntó Dayn a Kírdan mientras sonreía.
"¿Y quién se supone que te creería semejante disparate?" le dijo Kírdan todavía riendo, casi llorando de tanto que se reía.
Dayn sacó la piel de Kilvan y se la mostró a Kírdan.

"Esto es piel de Kilvan", dijo Dayn mientras la sostenía y el sonreía.
Kírdan la miró desconcertado. Después de un rato de examinarla y tocarla para comprobar que tan áspera era, miró asombrado, con los ojos como platos y la boca abierta.

"De verdad es piel de Kilvan", dijo Kírdan, "Con razón estás lastimado horriblemente en el brazo". Y tenía razón. Había sido el Kilvan el que había herido a Dayn, y se notaba bastante la herida, ya que toda la tela estaba manchada de sangre.

Después de un largo silencio, Kírdan empezó a darle información a Dayn.
"A dos días de aquí, se encuentra la capital del reino, Rohirrim. La reconocerás por sus murallas de color arena brillante.

Mas al norte se encuentra la ciudad de Las Piedras, donde hay minas de granito escarlata, piedra negra y granito gris".
"Al oeste, el Reino del Agua, y al norte, después de las Colinas Andrajosas, esta el reino de Colinanublada".
"¿Por qué me das toda esta información?", preguntó Dayn un poco confundido.
"Porque veo que eres veraz". Le dijo sonriendo Kírdan, "Ahora eres mi amigo, y te acompañaré en tu viaje. Te defenderé pase lo que pase."

"¿Un amigo?" pensó Dayn. En Portuorr nunca nadie quiso ser su amigo. Aparte, era muy antisocial y solitario, y tampoco había intentado tener amigos.
"Salgamos de la taberna. Aquí es peligroso hablar de tus planes", dijo Kírdan al tiempo que se levantaba. Dayn también se levantó y empezó a seguirle. Kírdan tenía razón. Por los caminos de tierra estaba lleno de asaltantes, y seguramente había de estos en la taberna, y sería fácil asaltarles a dos campesinos que se iban a la capital por los caminos de tierra.

Salieron. Estaba oscuro y húmedo. Kírdan siguió hablando.
"¿Hacia dónde vamos primero?"
Dayn lo pensó. Le pareció buena idea ir viajando por etapas y haciendo escalas, y la primera escala sería la capital de Vadorrojo, la ciudad de Rohirrim. No tenía mucha prisa.
"Iremos a Rohirrim".

Kírdan asintió.
"Le enviare una paloma a mi padre con un mensaje despidiéndome", dijo Kírdan al tiempo que se dirigía a su caballo, un corcel negro y brillante, que contrastaba con el caballo blanco de Dayn. En el caballo de Kírdan había una jaula de madera y rejas de metal blando, pero primero sacó de una bolsa al costado de la montura del caballo un trozo de papel y un pequeño palo con carbón en la punta, un lápiz. Se puso a escribir la carta.

"¿Sabes escribir?" le preguntó Dayn a Kírdan, esperando no haberlo ofendido.
"Claro que sí", respondió Kírdan, "Seré campesino pero no soy analfabeto".
Dayn y Kírdan sonrieron.
Cuando Kírdan terminó de escribir, sacó de la jaula una paloma y le ató el mensaje a la pata. Entonces la soltó.
"Ella sabe dónde debe ir", le dijo Kírdan a Dayn mientras miraba sonriente como la paloma se alejaba. Dayn también la miró. Volaba tan rápido que Dayn no se dió cuenta de que había desaparecido.

Ahora Dayn y Kírdan se dirigían a sus caballos, pero de la taberna salieron unos hombres que no se veían muy amigables que digamos.
"Vaya, vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? Dijo el que parecía el líder mientras se frotaba las manos.
Los hombres, unos cinco o seis, empezaron a rodear a Kírdan y a Dayn. Empezaron a sacar cuchillos.

"Suponemos que tendréis dinero", dijo el líder mientras sonreía, "Sino no hubiesen entrado en la taberna, ¿O sí?".

¿Crees que te vamos a dar dinero?" le preguntó Kírdan desafiante. Dayn se sorprendió de la valentía de Kírdan.

"Yo creo que es una buena idea para ustedes si no quieren irse en un viaje de ida pero no de vuelta al más allá", le respondió el líder mientras se escogía de hombros de forma sarcástica.

"¿Quieres el dinero?" preguntó desafiante Kírdan.

"Sí" respondió secamente el líder.

"Ven y tómalo" le respondió Kírdan mientras hacía un ademán con la mano.
Dayn entendió que hacer. Sacó su honda y su cuchillo y Kírdan una daga fina. Un hombre con un palo intentó golpear a Kírdan, pero este se corrió al lado justo a tiempo, y rápidamente le clavó la daga en el costado izquierdo del estómago. El hombre cayó mientras gritaba del dolor.

Dayn con la honda lanzó dos piedras, una a la frente de un hombre y otra al ojo de otro ladrón. Ambos cayeron.
Kírdan hizo tropezar a otro y este cayó, y Kírdan le clavó la daga en el cuello. Dayn le lanzó el cuchillo que tenía al pecho de un último ladrón. Parecía que ya había acabado.

"Espera, aqui falta uno", dijo Dayn viendo los cuerpos de los ladrones.
En efecto, el líder había huido cobardemente, sin luchar, aunque ahora eso no importaba. Ya estaban a salvo.
"Pongamos marcha hacia Rohirrim rápido, no nos vaya a volver a pasar lo mismo que aquí", dijo Kírdan al tiempo que se subía a su caballo.
Dayn estaba tranquilo. Podia confiar plenamente en su amigo. Fue una sensación agradable para Dayn. Fue una sensación nueva.

Las Desventuras de DaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora