Capítulo VI: Galope Veloz

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Dayn y Kírdan montaban y galopaban tan rápido que eran difíciles de notar hasta que pasasen unos segundos para darte cuenta de que habían pasado.

Ya había amanecido, y ellos habían galopado como siete horas seguidas.

Haber matado a un hombre no era cualquier cosa. Aunque fuese un ladrón, Dayn, al ser extranjero, podría ser condenado a muerte por matar a un vadorrojí, y la ejecución vadorrojí no era muy alegre.

La muerte que se le daba al condenado consistía en colocarle cinco agujas en cada ojo; eso si solo debías sufrir pero no morir. Si debías morir, entonces calentaban las agujas al rojo vivo y las colocaban en los ojos, en los dedos de pies y manos y tambien en las orejas . al final morían de dolor.

Dayn se sentía extraño por dentro. Sentía que algo malo estaba a punto de pasar.

Se detuvieron frente a una casa que parecía abandonada. El techo de paja estaba peor que la economía del reino de Espinafilosa y la madera y tierra de las paredes estaban podridas.

Kírdan tocó muy despacio la puerta, pero eso bastó para que se abrieran. Adentro se veía peor que afuera: ollas por el piso, las esquinas llenas de telarañas y bastante quemado por dentro. Muy extraño siendo que por fuera no lo estaba.

De un momento a otro, a Dayn le pareció que Kírdan murmuraba.

-¿Qué sucede, Kírdan?- le preguntó.

-Mi... Mira...-

En el suelo de la cabaña estaba una especie de talismán. Tenía un color verdoso y rojizo por el óxido y el moho.

Dayn no sabía exactamente porqué Kírdan estaba tan asustado, así que le preguntó.

-Mi... Mira su forma- le respondió Kírdan.

Dayn observó el talismán. Tenía la forma de una estrella de nueve puntas, con un círculo en el centro de la figura.

-¿Qué significa, que tienes tanto temor?- preguntó Dayn curioso.

-Es la "Estrella Maligna". Dicen las adivinas que el que la mire, morirá de forma horrible- le respondió Kírdan

-Bah- dijo Dayn escéptico -No son más que cuentos de hadas-.

Al ver la tranquilidad de su amigo, Kírdan se tranquilizó.

Salieron de la casa y montaron otra vez. Ya estaban lejos de la capital y podían estar tranquilos.

Estuvieron así todo el día. Para cuando cayó la noche, aún no llegaban a Las Piedras.

No tenían comida, pero si ponían gana capaz conseguían. Dayn se concentró para escuchar solamente al fuego y por si había señales de algún movimiento de un animal.

Esperó. Esperó. Y esperó.

De repente, una ramita se rompió dos metros atrás suyo.

Agarró su cuchillo rápidamente y lo lanzó en aquella dirección. Se escuchó el chillido satisfactorio.

Dayn sonrió. Fue a buscar su recompensa, esperando que fuese una liebre o un conejo. Pero se sorprendió al ver lo que era. Un ser extraño, de cuerpo de zorro, colores de pavo real y cola de pez. Dayn lo agarró de la cola y se volvió a su lugar.

-Kírdan- llamó Dayn a su amigo -¿Qué es esto?-.

Kírdan, que al parecer todavía sollozaba por el incidente del talismán, alzó la cabeza. Al mirar al extraño animal, Kírdan empezó a lagrimear aún mas amargamente.

-Es un holfhain, un "zorro lagrimeante"- dijo llorando -Es la segunda fase del aviso de muerte-.

Dayn miró al cielo con cara de estar cansado de tal historia y se colocó las manos en la cintura.

-¿Sigues creyendo en esas historias?- le preguntó escéptico.

Al ver que Kírdan no respondía y en cambio seguía llorando, se dió por vencido.

Lanzó al animal al carajo y decidió echarse a dormir. Se durmió rapidamente y empezó a soñar.

Dayn montaba un dragón rojo brillante. Era algo hermoso. El cielo azul, la pradera verde, las nubes.

Se paró sobre el animal y dió un grito de júbilo.

-¡Esto es increíble!- dijo.

Pero de repente el dragón empezó a caer. Se movía tanto que Dayn apenas podía ver, pero gritaba fuertemente.

En un momento, pudo ver hacia donde se dirigían: una pequeña aldea, que sería destruida con el impacto.

-¡¿Dragón, que haces!?- preguntaba Dayn -¡Detente!-.

Pero el dragón no se detuvo. Cayó y destruyó la aldea.

Cuando se disipó el polvo provocado por la caída, Dayn solo pudo ver una cosa: madres sollozando por sus hijos muertos.

Despertó, estaba sudando. Esperaba que Wenkor apareciese pero no lo hizo.

-Pesadillas- le dijo Kírdan mientras Dayn se recobraba -Es parte de la segunda fase-.

Dayn no le respondió. Se vistió y montó a su caballo.

-¡A Las Piedras!- gritó y empezó a galopar.

Las Desventuras de DaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora