Ya todos saben lo que dicen de las personas más calladas: son las que guardan los peores pecados.
Kaneki Yuki no era la excepción.
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Ganadora en la #3 posición en el concurso BNHAwards18 en categoría Fantasía.
Hermosa y sin igual portada hecha por...
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Desde mi perspectiva, recomiendo escuchar la canción porque, el contexto en sí, data la actitud de Yuki a partir de ahora.
Disfruten.
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—Parece un poco sorprendido de verme, sensei —dice Kira sin dejar de sonreír en ningún momento, demostrando burla ante el título de profesor de Aizawa—. Tomando en consideración, que usted ya sabía sobre mí.
Tomado con la guardia baja, Midoriya planta los ojos en Aizawa, intentando ponerse de pie y haciendo muecas antes el peso ejercido en sus brazos lastimados. Sin embargo, Aizawa, no le quitaba la vista de encima a Yuki, su expresión seria y con las cejas surcadas, tomando con fuerza sus cintas blancas.
—¿Quién provocó tu salida, Kira? —exige saber Aizawa, mientras Midoriya se mantenía en silencio observando el intercambio.
Yuki hizo amagos de quedar pensativa, con sus colas brillando y contrayéndose amenazantes a sus espaldas. Luego, esbozó una resplandeciente sonrisa, con sus ojos oscureciéndose y el cabello tintado de rojo se sacudió.
—Una vieja amiga, podría decirse, a quien no había visto en un largo tiempo.
—¿Es la misma mujer que presenció lo que Jason te hizo?
Pero Kira, sintiendo un espasmo que hizo temblar todo su cuerpo, se cortó ante el nombre de aquella despreciable criatura y su corazón palpitó con fuerza contra su pecho. Su cuerpo se inclinó hacia adelante, con el pelo cubriendo su ensombrecida expresión pálida. Sus ojos parpadearon en gris y los cerró con fuerza, llevando las manos a los costados de su cabeza para quitar los pensamientos fuera de ella.
Yuki amenazaba con retomar su cuerpo, y Kira no pensaba dejarle el camino fácil. Era su turno de volver a la vida.
Soltó una carcajada alta, destilado locura desenfrenada.
—Jason..., Jason... ese nombre me trae tantos recuerdos —canturreó entre cortas risas, con una mirada oscurecida, lejana y vacía de cualquier sentimiento o calidez típico si aquella persona fuera Yuki, y no la lunática Kira—. ¿Sabe, sensei? De no haber sido por él, yo nunca hubiera existido… debo darle ese mérito —dijo, con una de sus colas moviéndose libre alrededor, terminando en una amenazante punta que podría atravesarlos en cualquier momento—. Yuki es una cobarde de primera categoría; no queriendo lastimar a nadie, ayudando a los necesitados en las calles, yendo a centros comunitarios para servir comida a los vagabundos, desistiendo de ir a clases para no provocar otra tragedia como en la secundaria Kuroiwa… ocultando tal magnifico poder y ¿por qué? Por temor a cargarse la vida de alguien. Tan ingenua, tan estúpida…
—No está bien que digas algo así —interrumpió Midoriya, respirando con pesadez y deseando dejar de oír como las mejores cualidades de Yuki eran degradadas por alguien tan inescrupuloso con su mismo rostro. Ya no sabía qué pensar al respecto—. Para ti Kaneki-san… Yuki-san puede hacer lo que quiera porque así lo desea, no es tu deber criticarla sólo porque tú quieres apoderarte de su cuerpo para hacer actos crueles sin fundamentos.
