Capítulo 34

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- Soy yo Flor. Perdón que no te lo dije antes. Fui una cagona.
- Por qué me hiciste una cosa así Jazmín, por qué? - exclame con lágrimas en los ojos -
- No sé. Me enteré hace unos días y estaba buscando el momento para ver si salía el tema y bueno.

Su voz del otro lado del teléfono sonaba tranquila pero con un toque de atención. No le respondí.
- Sacate un pasaje de ida. Tengo lugar en el departamento donde me encuentro. Si estás seca de plata pedile a Javier, yo después se la devuelvo.
- No Jazmín. Voy a retomar la facultad y vos necesitas estar con tus tíos.

Un silencio invadió la línea telefónica.
- Entonces cuando nos vamos a volver a ver?
- El destino va a decidir como van a ser las cosas. Por lo tanto, vos seguí con lo tuyo.

Corté. Sí, claro que el destino iba a hacerse cargo de la vida de Jazmín tanto como de la mía. Y desde ese día no volví a saber nada de ella ni de su familia, al menos que Javo tire alguna información que pasaba desapercibida. Desde ahí, todo cambió.

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2 AÑOS DESPUÉS

FLOR
- Dale. Sí, tranquilízate amor. Ay no te pongas nervioso. Venis a cenar? No? Joaquin hace dos noches que no comes conmigo y tu hijo. Dejate de joder, encima lo tengo que amamantar yo por que vos no tenes tetas. Al menos podrías cambiarle el pañal pero no siquiera sabes hacer eso. No puedo todo sola.

Suspiré. En estos momentos deseaba que todo volviera a ser como antes, donde mi mayor preocupación era la facultad y el hockey, pero tuve que abandonar cuando quedé embarazada de Tomás, que ya tenía dos meses, el cuál dentro de cinco días quedaría a cargo de su padre ya que me iba de viaje con el equipo de hockey, que me invitaron a verlas jugar el torneo mundial fuera del país.

JAZMÍN

- Tío necesitas ayuda? La rueda del auto no se arregla sola.
- No no pero ya está. - respondió poniéndose de pie y limpiándose una gota de sudor - Ahora tengo una reunión, te quedas sola hasta la tarde.
- Sí. Tranquilo que va a venir Elena. Está en camino.
- Van bien las cosas con ella?
- Si, vamos bien. - sonreí -

A Elena, la azafata, me la había vuelto a cruzar en pequeños viajes que realizamos con el tío en aviones de poco espacio, que solían usarse para viajes de corta distancia en busca de medicamentos que llegaban desde China para pacientes con cáncer. Por suerte la tía, hacían ya diez meses que vivía en el hospital más bueno de Berlín, donde mejoraba lentamente y existian esperanzas de que pudiera vencer esa enfermedad tan fuerte. Por otro lado, con Elena después de un año de volvernos a ver y once meses seguidos de estar "en algo", decidimos comenzar una relación. Ella tenía alquilado un departamento a una hora de mi casa, por lo cual debía tomarme el tren todos los días a la tarde, ya que de noche estaba ocupada por su trabajo.

- Como fue hoy? - preguntó al entrar y depositar un beso corto en mis labios -
- Bien. Mucho no hice. - contesté - Solo ir al hospital.
- Todo bien Livi?

Preguntó acariciándome el pelo. Ella era así, cariñosa y yo amaba eso. Con la tía logró una excelente relación rapidamente, se adoraban, por eso le apodaba de esa forma "Livi", obviamente siempre con respeto. Livia la trataba como si fuese una hija más.
- Ahí va progresando. - dejé un beso en su frente lleno de agradecimiento -
- Ay no es nada Jaz. Se lo merecen. Sobre todo vos.

Sonrió y la acerqué a mí para besarla desesperadamente, ella ya conocía esto, cuando la traía a mí de esa forma era que quería encontrarme, conectarnos. Sentirnos. Piel a piel.

Casualidades {flozmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora