{12} Repentina Batalla

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'Esa porción de tu alma que está dispuesta a luchar

el resto de tu esencia que jamás podrá ganar'


La infraestructura del hotel exhibía un impecable estilo victoriano que cautivó mi atención apenas pusimos un pie dentro del mismo. Cada detalle, incluidos los muebles y la decoración, adoptaban un aire de época tal que, por un segundo, sentí que había viajado algunos siglos atrás en el tiempo. Mi madre también parecía fascinada, en especial cuando Patrice la guió a la habitación que compartiría con mi hermano menor, una de las suites más lujosas del lugar.

—Te ayudo... — Ofreció Justin, una vez que nos encontramos solos en el vestíbulo.

Se inclinó para tomar mi maleta y me hizo un gesto con su cabeza para que lo siguiera escaleras arriba. Ascendí los peldaños dejando que varios metros se interpusieran entre nosotros. No quería estar cerca de él. Las palabras que me había dedicado en el avión aún hacían eco en mi mente y producían un fuerte ardor en mi pecho. No había aceptado la explicación que Patrice me había dado después. Desde que nos habíamos vuelto más cercanos, había alimentado esperanzas de que Justin desenvolviera empatia, sin embargo, hizo evidente que eso no pasaría, sin importar lo que su madre pensara.

Él detuvo su caminar frente a una impetuosa puerta de roble adornada con espirales tallados y pintados de blanco y dorado. Dejó mi bolso en el piso y se giró para mirarme, percatándose de la distancia que mantenía. Sus ojos color ámbar recorrieron mi rostro lentamente, escudriñando mis rasgos, y se detuvieron al hacer contacto con los míos.

—Lo siento — Murmuró.

Su tono era apenas audible. Tuve que hacer un esfuerzo por comprender las palabras que sus labios habían emitido.

—No te disculpes, solo eres sincero — Espeté, empleando voz mordaz.

—No, no estaba siendo sincero — Repuso, dando un paso hacia mí —No pretendía tratarte de ese modo.

—Da igual, en serio — Aseguré, aunque, dentro de mí, sabía que era una mentira —No importan los motivos por lo que estás haciendo esto, lo importante es que simplemente lo hagamos — Determiné.

—Pero...

—¿Es esta mi habitación? — Interrumpí su hablar, señalando la puerta de roble.

El vampiro se limitó a asentir una vez. Sacó una estilizada llave de su bolsillo y la metió en la cerradura, girándola dos veces antes de abrir la habitación. Me apresuré a recoger mi maleta del piso e ingresar al cuarto, sin embargo, Justin aprisionó mi muñeca entre sus dedos y el asombro de su delicado tacto hizo que detuviera mi andar antes siquiera de cruzar el umbral.

—Tu determinación por seguir fiel a ti misma y a aquello que amas es extraordinaria, Sia — Comentó en un murmullo suave —Todas las criaturas somos débiles ante el enardecimiento, la violencia es lo primero que se impone a nosotros en tiempos de crisis, pero tú te niegas a sucumbir ante ella para evitar dañar a otros, incluso a otros que realmente lo merecen.

Volteé mi rostro para encontrar su mirada, resplandeciendo de forma tenue por las sombras del pasillo. Nuestros rostros se encontraban a escasos centímetros uno del otro y podía sentir su errática respiración chocar contra mi nariz. El aire que exhalaba me hacía cosquillas y me producía una sensación encantadora, cautivadora, tal como la luminiscencia de sus irises.

» —No quiero que ellos arranquen eso de ti — Prosiguió, apretando mi muñeca con los dedos que la envolvían y llevando su mano libre a mi mejilla —Pensar lo que sucederá si no logramos nada con todo esto hace que pierda mi inestable cordura. Si ellos lograran consumir quién eres... — Titubeó y se detuvo a sí mismo. Inspiró con fuerza antes de seguir: —No quiero que te cambien... No quiero que te lleven lejos de ti misma... No quiero que me odies — Confesó.

Mi vecino es un vampiro -  «Nueva Edición»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora