Mi padre abre la puerta de casa y me recibe con un fuerte y cálido abrazo. Tras él aparece Kara, quien ya se ha instalado en el que es su nuevo hogar, me saluda con la mano y me dedica una amplia sonrisa. Frederick sale del salón, sosteniendo bajo su brazo un ordenador portátil en gris. Al verme, decide recibirme del mismo modo que lo ha hecho mi progenitor. Es genial volver a casa. Mi familia me aporta esa fuerza que tanta falta me hace en estos momentos difíciles que se presentan, me ayuda a seguir adelante cuando siento que no puedo más, son ese pilar que jamás permiten que me derrumbe.
—¿Habéis averiguado algo de Claire?— inquiere saber Fred.
Niego con la cabeza.
—Lo único que hemos encontrado por los alrededores es una hoja en blanco. Así que, las posibilidades de dar con ella se reducen bastante.
—Seguiremos buscando y no pararemos hasta encontrarla— admite Christopher, quien abraza a su nueva pareja, que acaba de acercarse a nuestra posición.
—Esperemos que, esté donde esté, no le falte salud— añade Kara, algo entristecida por la misteriosa e inesperada desaparición de Claire—. Recuerdo que una vez, mientras daba clase, me desmayé como consecuencia de una bajada de tensión. Ella fue quien me atendió. Se portó genial conmigo. Es una mujer maravillosa, alguien que no merece sufrir.
—Haremos todo lo posible por traerla sana y salva a casa— Christopher deposita un beso en la frente de la mujer a la que quiere y la estrecha contra sus brazos—. Frederick ha descubierto algo.
—Cuando me enteré de lo sucedido fui a preguntar por los alrededores. Al parecer, nadie sabía nada acerca de lo sucedido aquella noche, salvo una anciana. Estuvo paseando a su perro por los alrededores cuando vio a un chico que vigilaba la casa desde cierta distancia.
—¿Definió cómo era?— pregunto esperanzada.
Asiente.
—Era más bien pálido, de pómulos marcados y labios finos, cejas enarcadas y expresión pícara. Iba vestido con una chaqueta de cuero negra y unos vaqueros del mismo tono.
—Kai Spinnet.
—¿Por qué no le denunciais?— interviene Kara.
—Es un asesino en serie. Mide hasta el mínimo detalle cada paso que da— le contesta Fred, mirando a Christopher.
Ella se encoge de hombres y apoya la cabeza en el hombro de mi padre.
—Voy a subir a mi habitación— señalo la escalera con mi dedo pulgar—. Me vendrá bien descansar un poco.
—Está bien— contesta Chris—. He hecho chocolate. Si quieres, puedo subirte una taza. No es por alardear pero me ha salido muy bueno.
Sonrío.
—Me encantaría probarlo.
—Demasiado amargo para mi gusto— bromea Fred, llevándose un codazo juguetón por parte de mi padre. Sacude la cabeza, divertido.
Me aferro al pasamanos y voy subiendo los peldaños de dos en dos, salvando velozmente la distancia que me separa de la cima de la escalera. Una vez la alcanzo le dedico una última mirada a los miembros que yacen junto a la puerta principal, compartiendo en silencio sus sentimientos y mayores temores. Vuelvo a mantener mi brazo junto a mi cuerpo, dejando un vacío permanente en la madera. A continuación camino con decisión hacia mi dormitorio, cuya puerta está encajada y por ello solo me basta con ejercer una leve presión sobre la superficie para tener vía libre hacia el interior de la habitación.
Tomo asiento en la cama, extraigo la nota del bolsillo de mi sudadera y la contemplo, colocándola cerca de la bombilla de la lamparita de noche, con el fin de dar con algún mensaje oculto. Nada. Miro el trozo de papel desde diversas perspectivas, palpando a su vez con mis dedos la superficie rugosa y desgastada, y la termino depositando sobre la mesita de noche, frustrada por la negativa.
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Cazadores Nocturnos 3; El Legado de Englewood
FantasyTras el verano comienza una nueva etapa para Ariana Greenberg, la vida universitaria. Junto a sus amigos vivirá nuevas experiencias y disfrutará al máximo del día. Sin embargo, su felicidad no dura tanto como quisiera. Surge un trágico incidente que...