capítulo 7

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Cansada subía las escalera, no quiso mirar la hora de su teléfono o ver los pocos mensajes que le llegaban, pedidos nuevos o lo que sea que se digne a enviarle un mensaje esperaba que no se a de su madre, preguntando cosas que ya respondió hace una semana, aunque omitió a su vecino muerto de hambre y al loco de los limones. Que la estaban teniendo de un lado a otro en una guerra interna.

Largo un suspiro largo cuando llegó por fin a su piso. Cada trasnochada en su trabajo la estaba haciendo desear cambiarse de departamento, por uno que tuviera ascensor o mejor aun que quedara arriba de su trabajo. Pero no se puede tener todo en la vida. Como decía su madre "si tienes buena salud, no necesitas más". De solo pensarlo ya ponía los ojos en blanco.

Al llegar a su puerta revolvió el desastre que tenía dentro de su bolso en busca de sus llaves. Las encontró otras vez enredada con sus auriculares. Entre tirones y desenredadas logros liberar sus llaves. Abrió la puerta y la calidez de su departamento la recibió. En ese momento ya se olvidó de conseguir otro con un ascensor.

Tiró el bolso cerca de la mesa y fue directo al baño. Hizo sus necesidades, se lavo los dientes y se fue directo a la cama por la mañana era mejor bañarse y sacar un poco el cansancio con agua caliente. Antes de acostarse olvidó que su teléfono también era su alarma. Volvió a buscarlo, lo colocó en su mesa de luz y lo conecto a su cargador. Fue a buscar su pijama, se vistió y se tiró en la cama.

Isaac se molestó con su alarma, no solo lo despertó de un hermoso sueño, que ahora se está borrando en su mente. A regañadientes se levantó de su cama.

Más tarde de alistarse y ponerse a punto, se sirvió una taza bien cargada de café, en su oficina el café le estaba dando un poco de asco, y el olor a café quemado no ayudaba.

Al llegar a la oficina y sentarse frente al gran monitor, observó que tenía varias notitas pegadas, la mayoría de su jefe que estaba al otro extremo de la mesa sonriendo con una taza de café en una mano y la otra con su teléfono. El es el único que puede reírse un jueves por la mañana con mensajes de quién sabe qué o está viendo memes en horas laborales.

Reorganizó las notitas amarillas en su parte de la mesa, la mayoría era recordatorios de que trabajos tenía que terminar para es día o en los días próximos, y una sugerencias para otros proyectos. Suspiró largamente, se acomodó bien en la silla, puso la espalda recta y se puso manos a la obra.

Más tarde, una mano se posó en su hombro, se había concentrado tanto en el trabajo que no noto que lo llamaban.

¿como vas?- preguntó Andrea, una de las asistentes

este.. bien - respondió mientras se tocaba el cuello y noto lo tenso que estaba - ya casi está.

cool, porque ya casi es tiempo límite.

carajo... si ya te lo envio.

sin decir nada mas andres a se fue. termino de hacer el último barrido a la imagen y se la envió a la asistente.

al terminar de dar el último click, vio de reojo su teléfono no había visto desde que se sentó.

oye, te puedo pedir un favor - era Andrea otra vez, pero esta vez se acercó un poco más de lo normal y con la voz más baja.

depende de que favor.

es el cumpleaños de Lucas, y alguien tiene que buscar el pastel para que no sospeche que le preparamos una sorpresa para fin de la jornada ¿puedes ir a buscarla? por favor. -

¿de que perdieron el pastel? - pregunto para ver si vale la pena levantarse de la silla.

creo que era una 3 leches -

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