capitulo 4

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El edificio parecía demasiado grande para decir que era una pequeña empresa, ¿le había mentido? suspiro y camino hacia la entrada. En la entrada demasiado simple con un hombre sentado en un escritorio en medio del recibidor, con una camisa blanca y pantalones azul marino, estaba leyendo el diario ocultando su rostro detrás del papel, dándole la espalda a la puerta del ascensor, las escaleras y un cartel que marcaba que empresa o consultorio pequeño estaba en cada piso, con letras Times New Román en negro con un fondo blanco.

Camino hasta el hombre que parecía que leía el suplemento deportivo, trato de llamarlo su atención con un pequeño carraspeo con la garganta, el hombre bajo un poco el diario lo vio con el ceño fruncido, bajo completamente el diario hasta el escritorio.

- ¿Se le ofrece algo? - el hombre, un poco grandote con un poco de barba debajo de la nariz bajo su diario para ofrecer su poca atención.

- La oficina de Daniel Suarez

- Cuarto piso, firme la planilla de visitas por favor - le entrego una lapicera y la supuesta planilla y volvió a su lectura.

Isaac con las pocas ganas que le quedaban firmo y tomo el ascensor, al entrar le vio demasiados espejos reflejando su miserable cara y su mala postura. Al entrar enderezo la espalda, agarro más fuerte su mochila con algunos diseños, y marco el cuarto piso.

El ascensor iba a una velocidad que ya lo estaba desesperando, trato de hacer tiempo agarro su teléfono, para ver si tenía algún mensaje, cero. Abrió la aplicación de mensajes para mandar uno a su vecina, pero quedo en la nada, ya que no sabía que escribirle, a estas horas que le escribiría solo, pensó en que estaría haciendo, supone que amasando algo o batiendo alguna crema para algún pastel para su café, esa idea le hizo crujir el estómago.

Se preguntó que sabor o que aspecto tendrían, cocinando con esa sonrisa y esa mirada de concentración que siempre le gustaba observar cuando estaba con ella, y su carácter de mandona. Se la imagino mando a una mucha gente con un traje de militar al estilo Hitler, es casi el parecido a ella.

Dio un respingón cuando la puerta del ascensor se abrió y dio una vista a un puchado de personas sentadas en una gran mesa redonda con computadoras y otras con cuadernos en las manos hablando entre ellas, el olor a café quemado también lo sorprendió y tintan recién salida de la máquina, atravesó el umbral antes que las puertas le cerraran en las narices. Se fijó en la personas y todas sumidas en sus cosas, trato de localizar a Dani en algunas de esos rostros escondidos. Lo encontró sumido en una conversación con otro muchacho un poco más joven que él. Camino hasta allá pero antes que pudiera llegar alguien con su silla giratoria lo golpeo en la cadera.

Parecía que se quejó fuerte, ya que todos pararon de hacer sus cosas y lo observaban intrigados, recibió una pequeña disculpa de la pequeña joven con una flanja turquesa en su cabello.

- ¡Isaac! - escucho a Dani gritarle del otro lado de la mesa - Que bueno verte maldito perro.

- Gracias, supongo -

- Te presento al equipo - le redirección al a la gente que seguía concentrada en su trabajo - Equipo, Isaac, Isaac, El equipo.

- Hola, mucho gusto - se limitó a saludar mientras la gente lo observaba con poca atención se notaban que algo no andaba bien en ese lugar.

Todos saludaron de manera cortante y volvieron, la chica que lo había golpeado con la silla volvió a su lugar con un vaso de agua y paso las ruedas peligrosamente por su pie. Dani lo acompaño a la punta de la gran mesa.

- Como podrás notar estamos un poco agitados con el trabajo-

- Si me di alguna idea, en que están metidos.

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