PRÓLOGO

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La dupla de amigos aparcan sus respectivos coches al lado del amplio campus de su universidad

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La dupla de amigos aparcan sus respectivos coches al lado del amplio campus de su universidad. El ojiazul por su parte se luce en su Tesla Model 3, mientras que el otro de ojos color miel se encuentra en su Toyota Corolla. Ambos del mismo color: negro. Y es que no parecen haber otros tonos en sus visiones.

Según los estudios, el verano ya casi ha terminado, sin embargo, el clima no parece cooperar. La Universidad Complutense de Madrid arde bajo el cielo despejado. Las ropas diminutas de los estudiantes, las gorras de distintos tipos de colores y texturas, sus sonrisas brillantes, el cabello brilloso, sus gafas de sol y sus quejas, son consecuencias del bochorno.

Dentro del Tesla, se encuentra el ojiazul, de cabello castaño tostado, y de la sudorosa piel clara, maldiciendo la temperatura de las calles de Madrid. El aire acondicionado que ha puesto subiendo a su vehículo no ha hecho mucha diferencia, bajar el vidrio de las ventanas tampoco.

Se permite un minuto de silencio entre todo el bullicio de los estudiantes, desabrocha el cinturón de seguridad y echa la cabeza hacia atrás. No le importa si se pierde las primeras horas de biología, sabe perfectamente cómo enmendar sus errores y es bueno en eso, siempre tiene algo bajo la manga para obtener notas aprobatorias y pasar desapercibido.

El asunto es que es lunes, no un lunes cualquiera, esta noche sería diferente para muchos de sus compañeros. Asimismo, tiene que ver a Aggie en la facultad de Ciencias Biológicas, justo donde ella y Álex estudian.

No quiere hacerlo, quiere conducir a su facultad y llamarla por teléfono para que le cuente eso que le tiene inquieto, sin embargo, ella es tan pretenciosa y quiere tenerlo todo bajo control que le desespera. No era algo en lo que se podía decir que no tenían en común, porque sería falso, tanto como ella y como él compartían la misma característica en sus personalidades. Solo que había una cosa que los diferenciaba: Que Derek no es un maniático.

El ruido a su izquierda sustrae a Derek de sus propios pensamientos, abre los ojos pesadamente y ladea la cabeza para ver quién es el intruso que ha tocado: Álex, el castaño simpático sonríe divertido.

-Es lunes, deberías estar feliz. -se mofa su amigo.
-Esta es mi cara de felicidad. -suelta rápido subiendo las ventanas polarizadas, saca las llaves y su mochila..., no es necesario decir el color de esta, es totalmente predecible.

Con lo mismo, sale de su vehículo rápido, cierra la puerta y bloquea las puertas desde el botón de su llave para echarse a caminar al lado de su Álex. Notó algo particular en su amigo: su camiseta. La misma camiseta blanca que traía puesta ayer, la trae hoy. No es un problema. Solo que hay otra cosa:

-Hueles a perfume de mujer. -es sincero.
-¿Se nota? -pregunta su amigo sacando una bolsita de su vaquero negro, mete su índice y se lo lleva a la nariz para aspirar.
-El perfume y que traes la misma camiseta de ayer. -argumenta Derek.

AMOR ASESINO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora