AMOR ASESINO ©

03|Sorpresas

A raíz de que todo se ha silenciado después de que hayamos bajado del coche, sin decir absolutamente nada, el nuevo ambiente creado entre nosotros es... extraño. Tanto que me comienza a resultar incómodo. Creciendo con una amiga como Sarah, la pelirroja a la que es difícil callarla, se me hace complicado poder quedarme tranquila con solo el sonido del viento.

Aunque sospecho que el castaño vestido de negro que camina a mi lado se regocija en placer.

Y como solo a mí se me ocurre unas estupendas ideas —y en realidad estoy siendo egoísta—, es que abro la boca:

    —¿Quién es? —pregunto dudosa tratando de ocultar mis niveles altos de interés— Tu... víctima.

Lo miro de reojo, esperando que sus labios rosados se dignen a abrirse para contestarme.

    —Un desquiciado. —responde casualmente mientras mete sus grandes manos en sus bolsillos delanteros de sus vaqueros y patea un trozo de vidrio hacia su lateral.

Hemos vuelto a las respuestas monótonas. Qué sorpresa.

Seguimos caminando por el asfalto limpio. Nos habíamos estacionado a dos cuadras de aquí. No es una calle como en la que se sitúa la casa de Derek, es de clase media, tal como la mía, dos hileras donde las casas son dentro de lo que se podría categorizar como "normales", lo suficientemente angostas y separadas la una con la otra. Y en el centro la convencional autopista despejada.

La calle se encuentra silenciosa y casi negra, solo las luces blancas de los postes y la media luna nos sirve de iluminación.

No tengo ni la más mínima idea de cuál sería nuestro destino, confiada, sigo el paso de mi acompañante a mi izquierda.

    —¿Es... un narco o algo así? —vuelvo a preguntar en un tono de broma.

De estar cabizbajo, levanta la mirada hacia su panorama para negar sutilmente con la cabeza.

Esto me pone inquieta, en primer lugar porque siendo criada en donde mi madre se va con otro tipo y mi padre muere a causa de él, siempre tengo que estar en constante descubrimiento, siempre quiero averiguar el porqué de todo, siempre quiero hallar respuestas. He sentido que mis padres siempre me han ocultado todo, y es por eso que soy jodidamente metiche.

A juzgar por sus respuestas, Derek me odia por intentar saberlo todo. Y quizás por ser tan ingenua. Pero aquí voy, solo siendo yo en mi forma más ridícula.

    —¿Y qué hay de tu familia? —inquiero nuevamente desviando la mirada— ¿Tienes un padrastro a quien odiar?
    —No.

Sé que parezco el clásico personaje que habla hasta en los momentos más incómodos, y a pesar de que su receptor no tiene nada que atribuir, ese mismo personaje sigue y sigue. Al parecer también me he convertido en la copia de Sarah, pero es que no voy a negar que este tipo despierta curiosidad. Tal como todos los miembros del grupo.

    —¿Una madrastra? —otra vez yo siendo pesada.
    —Joder, para ya. —espeta, deteniéndose y por acto de reflejo yo también lo hago— Mi familia está sepultada... 
    —Oh, yo...., lo siento yo... —hablo atropelladamente en medio de su frase.
    —...porque yo tuve que ver en ello. —finaliza su oración y vuelve a andar.

O todo lo dijo muy rápido —o soy yo la lenta— que soy incapaz de procesar las palabras con rapidez.

Me quedo impávida, no voy a mentir, aquello ha despertado mi curiosidad al máximo, sin embargo, la poquísima confianza que empecé a tener cuando dijo que nadie del grupo podría atentar contra otro integrante, se ha desvanecido. Si alguien no puede tener respeto por su familia, ¿cómo esperar que la tenga con cualquiera de su entorno social?