【Capítulo 1】

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— Es... —empezó a decir el líder de la familia como podía, estaba sintiendo demasiadas emociones a la vez— Es un niño.

— Sí, lo es. —dijo su esposa con pequeñas lagrimas en sus ojos con una sonrisa sincera mientras sostenía a un bebé llorando delicadamente entre sus brazos.

— El heredero de la familia ha nacido.—dijo un hombre que observaba la escena. Una sonrisa se dibujó en su rostro y empezó a correr en dirección hacia unos guardias. 

Unos pocos minutos después, las campanas comenzaron a sonar alegres por el nacimiento del heredero de aquella familia. La gente las escuchaba en silencio, algunos alegres mientras otros sin interés alguno.

— Mi pequeño Tirifilo... —dijo la esposa del líder de aquella familia juntando su frente con la de su hijo.

12 Años Después

T I R I F I L O

Escuchaba el ruido que emitían las ruedas del coche en marcha mientras observaba los paisajes por el vidrio. Mis padres estaban sentados al frente mío, esperando que el viaje de vuelta a casa finalizara. Tuvimos que viajar a otro reino por una reunión de mi padre. Podía ver las calles del pueblo y su gente de clase inferior a nosotros.

El viaje permaneció en silencio de principio a fin hasta que el coche se detuvo, la puerta a mi derecha se abrió y un soldado apareció.

— Hemos llegado, Rey. —dijo el soldado haciendo una reverencia hacia mi padre.

El primero en bajar fue mi padre, seguido de mi madre la cual el soldado le ofreció la mano y ella aceptó. Luego bajé yo recibiendo un saludo por parte del hombre, caminamos en dirección a la entrada principal de nuestra mansión. Otro soldado abrió la puerta y entramos, al estar adentro de la mansión la puerta detrás nuestra se cerró.

Mi padre sin decir nada subió las escaleras al segundo piso y entró en su oficina, mi madre caminó hasta el comedor y yo la seguí sin nada que hacer. Empezó a revisar algunas cosas en algunos baúles y yo me dejé caer en una silla de la mesa colocando mis pies encima de esta.

— Baja los pies de la mesa, Tirifilo. —lo dijo sin siquiera mirarme. Obedecí y sonreí, me gustaba hacer cosas que no debía y que mi madre se quejara. Lo decía tranquila, a diferencia de mi padre que los más seguro era que me mirara bastante enojado y a punto de gritarme.

— ¿Por qué tengo que ir a las reuniones de mi padre? —dije mientras jugaba con un mechón de mi cabello.

— Porque eres el heredero de esta familia, tu padre quiere que estés listo y sepas lo que tienes que hacer cuando seas príncipe. 

— ¿Y sí no quiero ser príncipe?

— Tirifilo... —mi madre dejó que hacer lo que estaba haciendo y se acercó a mí, quedando frente a frente— Sé que tienes 12 años, quieres jugar y no tener preocupaciones... Pero tu padre te tiene mucha esperanza, quiere que tengas una buena vida y por eso hace todo esto.

Desvié la mirada sin saber que responder, pocos segundos después mi madre volvió a hablar.

— ¿Sabes? ¿Qué te parece sí ahora sales a hacer lo que tu quieras? 

Mis ojos se iluminaron, volviendo a ver a mi madre diciendo un alegre ''¿De verdad?''.

— Claro, sólo no vayas por el pueblo de la gente inferior a nosotros y no llegues muy tarde. Sabes muy bien que tu padre podría enviar a todo el reino en búsqueda tuya. 

—Sí, madre. Gracias. —dije sonriendo por su último comentario al imaginármelo. Casi salté de la silla y corrí hacia la entrada principal, tomé una capa con capucha que estaba colgada a mi izquierda y me la puse antes de salir.

【 Cielo Azul 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora