【Capítulo 6】

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A D I E R

— Vendré a este mismo lugar en media hora, suerte. —dije para hacer correr a Josephine nuevamente e irme, perdiendo de vista a Emiko. No dudé en ir hacia las calles del pueblo de este reino a buscarla.

Al llegar Josephine empezó a caminar, las calles estaban desiertas y oscuras, ni un alma. No me bajé de Josephine y seguí mirando mis alrededores. Nada. Llevaba así diez minutos, se me acababa el tiempo, decidí volver hacia el punto de reencuentro con Emiko. Entonces, ya alejado de aquellas calles, vi a una persona encapuchada que miraba fijamente hacia la mansión de la celebración de cumpleaños. Tuve la esperanza de que fuera ella y me acerqué, se dio cuenta de mi presencia y empezó a correr.

Reaccioné enseguida e hice que Josephine también empezara a correr detrás de ella, cuando estuve lo demasiado cerca sujeté su capucha haciendo que ya no pudiera correr, descubriendola. Tenía razón, era ella, reconocí aquel cabello color rojo sucio y esos ojos color avellana que aún se veían en la oscuridad. Me bajé de Josephine.

— Hey, ¿Qué te ocurre? —dijo apartándose de mí para luego abrir sus ojos como platos llevándose sus manos a su boca. Al bajar de Josephine no pisé bien el suelo, o eso creo, y caí enseguida al suelo haciendo un quejido de dolor. Me levanté, me limpié y la miré.

— Lo siento. —dije intentando no quedar tan ridículo— Me llamo Adier. —fue lo único que pude  decir, quería encontrarla pero ahora que la tenía al frente...— Te vi hace algunos días... Estabas robando un trozo de pan.

Ella me miró extrañada y empezó a retroceder lentamente, la sujeté del brazo para impedir que se fuera y noté que debajo de su capa tenía una camisa manga corta de un material muy frío. Inevitablemente empecé a quitarme mi chaqueta y se la puse, sin esperar nada. Ella me miró más extrañada aún.

— Estás muy desabrigada. —dije para verla a los ojos, ella hizo lo mismo— T-Ten. —¿En serio? ¿Tartamudeé? Ella dirigió su mirada nuevamente a aquella mansión y luego la bajó.

— Tengo que irme. —habló por fin— Gracias por la chaqueta, supongo... —empezó a alejarse lentamente, pensé que era un patético, que un extraño se te acercara y te diera su chaqueta es demasiado raro.

Bajé la mirada de vergüenza y oía los pasos de ella alejándose.

— Laura. —fue lo último que escuché decir de ella antes de que se fuera corriendo, en ese momento el sombrero que llevaba puesto se fue volando y tuve que perseguirlo un buen rato hasta que finalmente lo atrapé. Me quedé mirando en la dirección en la ella se fue un rato hasta que me acordé de la existencia de Emiko.

Sin pensarlo más volví a subir a Josephine y la hice correr a toda velocidad hasta el punto de encuentro, cuando estaba casi llegando, pude ver un montón de personas corriendo siguiendo a otra que también corría, a medida que me acercaba pude notar que la persona que corría era Emiko y el montón de personas eran guardias.

Vi que Emiko comenzó a correr hacia mí, cuando estábamos lo bastante cerca le extendí la mano y el la recibió, ayudándolo a subir. Aún los guardia venían siguiéndolo... Y eran bastantes.

— ¡Vamonos! —dijo casi gritando y su respiración estaba muy agitada.

— ¿Qué hiciste? —pregunté aún viendo a los guardias algo atónito.

— ¡Vamonos ahora! —sin más obedecí e hice volver hacer que Josephine corriera, empezaba a sentirme mal por hacerla pasar por esto. Volví mi mirada hacia atrás un momento y los guardias empezaban a perderse de vista.

Al llegar, dejé a Josephine dormir por fin tranquila y la acaricié bastante. Luego mi hermano y yo entramos a la mansión, nos dirigimos en silencio hacia nuestras habitaciones, entré a la mía y él también entró. Me acosté bastante cansado en mi cama mientras que él se dejó caer de rodillas al piso.

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