【Capítulo 12】

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M U R I E L

Me encontraba sentada en la arena junto a mi hermana mayor, su novio se encontraba detrás suya haciéndole peinados a su largo cabello color negro.

— ¿Por qué no vas con tus amigos, Muriel? —escuché preguntar a Abdel ganándose mi mirada, él también me miró y sonrió un poco sin soltar el cabello de Cyrilla. No respondí y dirigí mi mirada hacia el mar, apoyé mis brazos sobre mis rodillas y cerré mis ojos unos segundos.

— Buenas tardes, Emperador. —escuché decir a mi hermana y abrí mis ojos encontrándome con la figura de Emperador Gato delante de nosotros.

— Hola, Cyrilla. —saludó de vuelta Emperador Gato con su mano, luego dirigió su mirada hacia mí— Vamos a ir a un restaurante a almorzar, ¿Quieres venir, Muriel? —preguntó señalando un lugar con su dedo pulgar.

Lo pensé un poco y dirigí mi mirada hacia la pareja, ambos sonrieron y asintieron. Volví a ver a Emperador Gato y asentí, me levanté y me despedí de Cyrilla y Abdel para empezar a seguir al felino. Fuimos directamente a ese restaurante que mencionó, una chica nos recibió y Emperador Gato empezó a caminar en dirección hacia una mesa.

Al llegar pude ver que Benito se encontraba allí mientras miraba distraído la mesa, Emperador Gato se sentó en frente de él llamando su atención y se dio también cuenta de mi presencia.

— Muriel. —pronunció mi nombre y lo saludé, Emperador Gato se sentó una silla más a su derecha dándome el asiento y me senté.

— Bueno, pidan algo para comer chicos. —dijo Emperador Gato alegre para que Benito y yo empezáramos a leer el menú, ambos elegimos lasaña y Emperador Gato llamó a la misma chica que nos recibió para que nos atendiera. 

Luego de bastantes minutos la chica volvió con dos platos de lasaña y nos lo dejó en la mesa. Enseguida el estomago me empezó a rugir dándome la orden de comer y eso hice.

— ¿Por qué no pidió nada, Emperador? —preguntó Benito para luego llevarse el primer bocado de lasaña a su boca.

— No tengo hambre. —respondió enseguida— Quería invitarlos a ustedes ya que viven en reinos a los que no se puede ir todos los días. —Benito sonrió un poco y volvió a llevarse otro bocado a su boca. Al cabo de muy pocos minutos, el Emperador volvió a hablar— C-Chicos, debo ir al baño. —avisó levantándose de la silla— Disculpen, volveré enseguida. L-Les dejaré el dinero para pagar aquí. —dijo dejando algunas monedas encima de la mesa. 

— ¿Por qué nos da dinero para pagar? —preguntó extrañado Benito— Volverá, ¿No es así?

— Es sólo sí... Por si acaso. —fue lo último que dijo Emperador Gato para retirarse del lugar.

— ¿Usará un arenero como baño? —preguntó Benito e inevitablemente solté una risa.

Emperador Gato se había ido al ''baño'' hace bastante tiempo y ambos lo habíamos notado. Benito apoyaba su cabeza sobre su mano izquierda mirando la dirección donde se encontraba el baño, luego dirigió su mirada hacia otro lugar y puso una expresión de extrañeza en su rostro.

— Muriel. —llamó mi atención susurrando mirándome fijamente a los ojos— Mira... Mira disimuladamente hacia la mesa de allá. —dijo señalando débilmente con el dedo índice de su mano izquierda hacia un lugar. Lentamente empecé a darme vuelta y en la mesa que señaló Benito pude ver a cuatro personas leyendo un periódico, pocos segundos después asomaron su cabeza para dirigir sus miradas hacia acá pero en menos de un segundo volvieron a ocultarse tras aquellas hojas. 

Pude ver a una chica rubia con un peinado de tomate, un Emperador Gato, un chico de cabello color anaranjado oscuro y otro chico de cabello color negro.

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