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Para disipar mis dudas, te pregunté si las cicatrices eran por mí.


En seguida, negaste.


Una lágrima corrió por tu mejilla, y quisiste contarme.


Eran por tus padres.


Ambos habían fallecido hace dos años, y tú aún cargabas con el peso de su muerte.


Eras la menor en tu familia.


Tus hermanos te cuidaban, intentaban que no te deprimieras, pero el dolor siempre te consumía.


Te consolé, te abracé, te acompañé.


Aunque no te comprendía.


No entendía tu sufrimiento, pero aún así te ayudé a salir adelante.

No entendía tu sufrimiento, pero aún así te ayudé a salir adelante

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Sana Obsesión © [Destinados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora