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Ese día fue diferente.


Mis amigos me molestaban, insistiendo en que me gustaba una chica.


Quizá era cierto; me gustabas.


Ellos nunca habían sido tan insoportables con sus juegos absurdos para averigüar quién me gustaba.


Tú pasaste en frente de nosotros, y ahí noté que era ahora o nunca; era mi momento para poder ser alguien en tu vida.


Sólo dije:


—Me gusta esa chica.


Mientras te apuntaba, con un ligero temblor en todo mi ser.


Mis amigos no tenían palabra para mi gran confesión. Y tú tampoco.


Tu rostro vacilaba, pero tus ojos sonreían; lonoté, porque yo siempre notaba cada mínimo cambio en ti.    

    

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Sana Obsesión © [Destinados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora