Parte 3

80 6 0
                                    

tendría que pasar sobre su cadáver para poseer el dulce aroma de la mujer lobo que los observaba tan atentamente.

Kenneth era tanto duro como obstinado, y tampoco era de los que cedían. Los otros contendores retrocedieron para darles a los dos hombres lobo espacio para pelear.

Magnus bramó y les señaló a la mujer lobo observándolos a todos con una mirada de advertencia. Los guerreros supusieron que no quería que ella huyera durante la lucha, y todos, incluso el que se había abstenido del desafío, la rodearon. Susannah les ladró cuando estos se acercaron demasiado. Él le gruñó.

El mensaje era suficientemente claro aunque él tenía la capacidad de hablar en esta forma.

Quédate allí. Susannah levantó el hocico como si lo estuviera despidiendo, pero no se movió de donde se había sentado sobre sus cuartos traseros sino que se quedó allí mirándolo.

Magnus les advirtió a los otros lobos y cada uno se distanció ligeramente de la loba, protegiéndola y vigilándola, pero sin permanecer tan cerca, los ojos de Susannah se habían ampliado por la angustia. Magnus cabeceó y le dio la espalda, otra vez en guardia ante su oponente.

Kenneth y él se rodearon el uno al otro cautelosamente, Magnus concentrado en observar el primer movimiento de su adversario. Este se produjo sin aviso, pero aún así él estuvo preparado.

El otro lobo saltó por el aire y Magnus saltó a un lado, girando con el mismo movimiento para lanzar su propio ataque.
Aterrizó sobre el otro lobo y lo golpeó, obligándolo a replegarse. Otro opositor habría sido suficiente para dar ventaja a Magnus, al menos durante un segundo, pero el lugarteniente del laird era un luchador infernal.

Él se impulsó desde su posición, con las mandíbulas abiertas y el cuerpo listo para brincar. Se encontraron en medio del aire, golpeando al otro con las agudas garras delanteras y los dientes aún más filosos.

Giraron en círculo en el aire antes de aterrizar en tierra con un fuerte golpe, pero ninguno rompió su agarre sobre el otro.

* * *
Susannah gimoteó cuando los lobos combatientes aterrizaron con tanta fuerza que hicieron temblar la tierra. ¿Y si su lobo fuera seriamente herido o asesinado? La acalorada sangre de su lobo se volvió fría.

Ella no podía imaginar vivir el resto de su vida sin ese aroma que la rodeaba y le daba consuelo.

No tenía sentido.

Su madre le había dicho que podría ser de esa forma... sobre todo entre compañeros sagrados. Su lobo le dijo que su compañero era lo suficientemente fuerte para vencer a todos los contendientes. Su mente humana se llenó de terror ante la perspectiva de que no lo lograra.

Por instinto, supo que él nunca se retiraría del desafío. Lucharía por ella a muerte o desfallecería por la pérdida de sangre o dolor. Ella saltó y comenzó a caminar de un lado a otro. Los lobos que la rodeaban protestaron, pero los ignoró.

No huiría, sólo no podía quedarse quieta por más tiempo. Los dos grandes lobos en el centro del claro todavía luchaban. Podía oler la sangre y el sudor.

La furia y determinación. ¿Y a quién pertenecía la sangre? Se detuvo para olfatear el aire, concentrada. De ambos. Su cuerpo tembló. Por favor... Su oración fue interrumpida al observar como su lobo era inmovilizado. Pero él rechazó mostrar la garganta.

Él hizo algo con su cuerpo, enroscándose y escapándose.

Él huyó... ¿Se había equivocado? ¿Él abandonaba el desafío? Ella miró de izquierda a derecha.

No deseaba a estos lobos.

Lucharía contra ellos ella misma antes que someterse a uno de ellos.
Lucharía contra ellos ella misma antes que someterse a uno de ellos.

 Lucharía  contra  ellos  ella  misma  antes  que someterse a uno  de ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pero su lobo no había huido. Sólo había corrido lo bastante lejos para tomar ímpetu mientras regresaba corriendo hacia el otro lobo, saltando en el aire justo antes de alcanzar a su rival.

------------------------------------------------------------
Actualizare cada semana. Los siento por la tardanza.

Corriendo con la luna - Los hijos de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora