De nuevo hizo rodar al otro lobo, pero esta vez, se puso encima antes de que el otro pudiera levantarse. Le mostró los colmillos letales en obvia advertencia.
Muestra la garganta o muere.
El otro lobo mostró la garganta.
Ella pudo oler la conmoción en los lobos que la rodeaban. Por lo visto el Chrechte que acababa de mostrar la garganta no era conocido por rendirse.
Magnus retrocedió y permitió que el otro lobo se levantara. No lo ayudó, sino que esperó respetuosamente a que se levantara.
Los dos grandes lobos asintieron para luego encarar a los que rodeaban a la mujer lobo.
Todos gruñeron en desafío y ella notó que el lobo vencido les advertía a los demás que si bien había mostrado la garganta, estaba preparado para luchar con cada uno de ellos. Miedo y resignación perfumó el aire.
Los otros lobos retrocedieron, renunciando al desafío. Su lobo rascó el suelo frente al lobo con quien había luchado.
Ambos se inclinaron en reconocimiento y el otro lobo se dio vuelta y corrió. Los demás le siguieron.
Su lobo giró hacia ella.
Él esperó. Susannah sabía lo que él deseaba. ¿Si se negara, lucharía contra ella por la oportunidad de emparejarse? Nunca lo sabría porque todo dentro de ella le exigía doblar las patas, echarse de espalda y mostrar el vientre.
Magnus emitió un ruido sordo llenó de placer y pasó la lengua a lo largo de su vientre expuesto.
Luego aulló una vez y trotó lejos. Ella se levantó y lo siguió a un pequeño lago.
Él se zambulló en el agua y después de un momento de vacilación también lo hizo ella.
Susannah le ayudó a limpiar sus heridas y a apartar de su piel el olor de la batalla.
Ella no supo en qué punto el baño se volvió un divertido y alegre juego, pero cuando dejaron el agua, se sentía cómoda con su proximidad y sus caricias.
Se secaron el uno al otro y esto fue muy diferente a cualquier otra experiencia que hubiera compartido con otro lobo.
Nunca había conocido las sensaciones que embargaron su cuerpo junto con su devota lengua. Cuando la besó, ella le devolvió la caricia y se adentró en su pasión con una pequeña pizca de temor de que él se desvaneciera repentinamente junto con sus suaves caricias y cuidadoso trato al cuerpo de su lobo.
Cuando se hicieron uno, su mujer lobo y su mujer interior se regocijaron por la unión.
* * *
Ella despertó unas horas más tarde al girar su cuerpo, sus pieles impregnadas entre sí con la fragancia de su emparejamiento.
La luna casi se había ocultado y podía sentir el Cambio aproximándose.
¿Sería capaz de controlarlo inmediatamente o esto no se produciría hasta la siguiente luna llena? ¿O mucho después de esta? El control del Cambio no era igual para cada lobo y ella no se imaginaba cómo sería el suyo.
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Corriendo con la luna - Los hijos de la Luna
Hombres LoboEl amor puede tener muchas pieles, muchas formas pero en el fondo siempre es el mismo. Susannah, una mujer lobo Chrechte, aprende que a veces huir del destino hace que te topes directamente con él. Mientras corre con...