Highlands Escocesas, territorio de Temprana Edad Media caza Sinclair.
La loba levantó la cabeza hacia la luna y aulló con placer.
La libertad corría por ella en ola tras ola de placer. Era la primera vez en su vida que le habían permitido correr sola durante una luna llena.
Apenas podía creer que su laird o su hermano le hubieran otorgado el permiso para que ella lo hiciera así, pero al menos uno lo había hecho, si es que no fue el otro.
Y se sentía tan contenta.
Aún no estaba lista para emparejarse, pero si hubiera corrido con su manada, ése habría sido su destino.
Estaba en celo, era mayor de edad... algunos dirían que hacía mucho que la había sobrepasado... y la naturaleza de su bestia hubiera exigido una unión física.
Los machos sin emparejar de su manada habrían luchado entre sí por el derecho de acoplarse con ella y su lobo se habría rendido al ritual ancestral.
Pero la mujer humana dentro del cuerpo de lobo no deseaba a ninguno de los machos de su manada.
Ni siquiera a su líder.
Lo cual era su auténtico problema.
No era sólo que se sintiera temerosa por emparejarse por primera vez como loba, sino que ningún miembro de su manada le atraía como potencial marido o amante temporal.
Aunque hacerlo significara obtener el control de su Cambio.
Pensaba que era mejor correr con la luna como una loba que emparejarse con un hombre que no la atraía de ninguna forma.
Demasiado tímida para compartir semejante opinión con su hermano, se habría preocupado en soledad hasta que no hubiera tenido ninguna otra opción, salvo hablar con alguien.
Y ahora estaba aquí, complacida por haber vencido la normal reticencia de su naturaleza... porque tenía libertad y se sentía maravillosa. No deseaba permanecer lejos más allá de esta única noche… amaba a su clan y a su manada.Pero esta noche, cuando la luna controlara su Cambio y la naturaleza de su bestia dictara que estaba físicamente lista para algo para lo cual no estaba mentalmente preparada, esta pequeña degustación de libertad sería mucho más dulce que todo lo que había conocido.
La alegría de evitar el destino dictaminado profundamente en el interior de su bestia la hizo reír y el sonido que escapó sonó a aullidos de felicidad.
Corría a lo largo de la orilla de playa que separaba a la isla hogar de su clan de este lado, zambulléndose en las olas que iban y venían para luego correr de regreso a la playa en un juego que solía jugar de niña, cuando de repente un aroma tentador llegó a ella gracias al viento.
Se detuvo y olfateó.
Nunca había olido nada como esto antes. La cautivaba.
Su cuerpo tembló con nuevos sentimientos que no podía identificar.
Deseó correr y a la vez quedarse donde estaba. Deseó aullarle a la luna por pura alegría... y temor.
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Corriendo con la luna - Los hijos de la Luna
Manusia SerigalaEl amor puede tener muchas pieles, muchas formas pero en el fondo siempre es el mismo. Susannah, una mujer lobo Chrechte, aprende que a veces huir del destino hace que te topes directamente con él. Mientras corre con...