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   El sol pegaba fuerte a esa hora la mañana.

   Las flores se encontraban más secas.

   El día de oficina era más abrumador.

   Y ahí estabas vos, con él.

—Buenos días —te saludé con una gran sonrisa —hipócrita— y con la mano alzada. Viendo tu reacción, divirtiéndome con ella, porque no nos tenemos ni un poco de amor.

   Nervioso y con la mirada de tu acompañante encima me saludaste.

   Después de eso seguí caminando, en dirección a... Cualquier parte.

   Irónico que él también sea rubio y de ojos verdes ¿verdad?

   No importa cuanto lo intentes Manu.

   Sin embargo esto no se terminó.

Mentía || ArgchiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora