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   Tengo que saber con quien estás.

—Termina con él.

   La forma sencilla en que lo dije seguramente no te gustó, pero no había otra manera.

   Vos te negabas a pensar que el segundo hombre con el podías tener algo serio resultó ser el mismo error.

   El mismo error que fui yo.

— ¡Cállate Martín! —Me gritaste.

   Lo decaído que te veías se me contagió de algún modo, porque me diste pena. Más el pensar que ese conchudo iba a morir, me hacía felíz.

— ¡Tú y cualquier weon que aparezca se pueden ir a la mierda!

   Parecías verdaderamente afectado al enterarte por mi de que tu pibe te era infiel. La forma pesada en la que respirabas era una forma inútil de contener tus lágrimas que ya tenían paso marcado por tus mejillas.

   Y yo quería secar tus lágrimas que parecían no tener fin en la profundidad de tu sufrimiento.

   Me acerqué y toqué de forma suave tu rostro, que sólo por un momento reaccionó a mi existencia para relajarse y permitirme limpiar tus lágrimas.

—Yo ya estoy allá, Manu.

   Me di cuenta que no debí decir nada en el momento que me apartaste de golpe y me diste una cachetada.

—Andate a la chucha entonces, maricon. Nisiquiera sé porque sigo hablando contigo, ¡Tú me dejaste y aún así siempre buscai' la forma de cagarme cada relación! ¡Cuando nisiquiera te dignaste a volver! ¡O responder un mensaje! ¡O de decirme porque te fuiste!

   Estabas exaltado, tanto que porfin pude notar que verdaderamente no llorabas por el pelotudo que te niegas a dejar.

   Llorabas por lo que nunca te pudo dejar.

   Je, lo siento, José.

   No es nada positivo.

—Me fui porque te amo.

    Y se vuelva adictivo.

—Y aún te amo, Manuel.

   Yo sé que a mi no me podría pasar.

—Mentira, nadie que ama hace tanto daño.

Mentía || ArgchiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora