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   Me fijé que él salio solo del hotel, así que supuse que vos te habías quedado en tu habitación.

   Con facilidad logré convencer a la mujer encargada de las habitaciones el darme el número de la tuya.

   No se puede confiar en nadie hoy en día.

   Subí hasta el piso número cuatro, buscando tranquilo el número de tú habitación.

27.

Toqué tres veces mientras tarareaba una canción que seguramente habré escuchado en la calle.

No demoro mucho mi espera porque ahí estabas vos, mirándome perplejo.

Hice mi mejor sonrisa y alze mi mano.

-Hola, Manuel. ¿Cómo estas? -Te saludé haciendo notoria mi emoción por mi tono de voz.

Demoraste unos segundos en responder, tal vez por la incógnita de como descubrí tu número de habitación. Hasta que reaccionaste y frunciste el ceño.

- ¿Qué quieres? -Tan arisco como te recordaba me respondiste, cruzándote de brazos desafiante.

-No era así como me recibiste la noche pasada. ¿Recordas?

Ante mis palabras te sonrojaste y abriste más grandes tus chocolatados ojos, porque había algo que le ocultabas a él.

- ¡Andate! -me gritaste indicando el pasillo, yo mire tu mano sin moverme de mi lugar -. Mira Martín, no me busques más. Hace como que lo de la otra noche no paso ¿ya? -intentaste razonar conmigo, pero tu sabias que era imposible razonar conmigo. Más aun cuando ya me encontraba frente a ti.

Tomé tu mano y besé el dorso de ésta, dedicándote una de las mejores sonrisas que sabia hacer y la mirada llena de deseo que venía desde el fondo de mi corazón.

-No olvidaré nada, Manu. No tengo razones para olvidarme de vos.

Sobresaltado apartaste tu mano y volviste a ordenarme que me fuera.

Tal vez tu actitud era una de las tantas cosas que no aguantaba.

Pero es eso mismo lo que me hace volver.

Mentía || ArgchiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora