Capitulo 10: Encuentros fortuitos

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El público aclamó fuertemente, en especial el femenino al ver la fácil victoria de Ymir sobre su primer enemigo, justo a ser el último combate de la ronda preliminar. Sin embargo, en la arena, Ymir parecía algo disgustado.
- ¿En serio? ¿esperé tanto... para esto? - exclamó con evidente desaliento.
Sin decir más se retiró con las manos en los bolsillos. Al menos tenía la satisfacción de haber sobrevivido a la tan temida ronda preliminar, donde de los 128 aspirantes, quedaban solo 64.
En las bambalinas de la arena, Ymir recibió la enhorabuena de sus camaradas, pero Ymir no reaccionó casi en lo absoluto hasta que Katleya y Sai aparecieron.
- Hey, muchachos, ¿vieron eso? - trató de presumir Ymir.
- Si, ya me lo esperaba - dijo Katleya con un tono que habría bastado para cortar la inspiración del más animado. -Después de todo, entrenaste conmigo para este combate.
Todos estallaron en risas, pero fueron interrumpidos por el sonido de un anuncio que se llevaba a cabo desde fuera.
- ¡atención, respetable público! - llamó el anunciante. - A partir de ahora es que todo comienza. A partir de mañana, los combates se harán de 8 al día y tendrán un límite de 15 minutos por combate. De modo que ahora el torneo se resume a un juego rápido, ¡Recibamos con un gran aplauso a nuestros 64 concursantes!
Comprendiendo la indirecta, todos los participantes se dirigieron al centro de la arena, donde por alguna razón, el sol parecía brillar más fuerte de lo usual.
- Participantes, ustedes están aquí porque son lo mejor de lo mejor. - dijo mirando atentamente los gestos de cada uno de los presentes. - ahora demos inicio a la selección aleatoria de los 8 encuentros de mañana.
Todos contuvieron el aliento, expectantes mientras el presentador metía la mano en la urna con los nombres de todos para organizarlos.
- Bien... ¡combate número 1... Sai Dirge contra Alphonsine Berwick!
Sai dejó de escuchar en tanto escuchó la mención de la chica, la mente de Sai se enfocó en lo que pudo ver durante el combate de la chica; ella prácticamente no movió ni un músculo aparte de sus manos para que las voraces viñas crecieran y se retorcieran, hasta que finalmente sometió a su rival obligándolo a rendirse.
-Sai... ¡Sai ¡- la voz de Katleya hizo a Sai regresar de sus pensamientos. - Creo que te estás poniendo algo nervioso, ¿verdad?
Sai miró a su alrededor para confirmar que ya todos los participantes comenzaban a retirarse, al igual que los espectadores.
- Ymir y yo iremos a la biblioteca, quieres venir?
Sai parpadeó un poco.
- ¿Cómo convenciste a Ymir de entrar a una biblioteca?
- Me parece que se hace evidente, soy yo. -respondió la chica.
Sai vaciló, pero finalmente aceptó.
Así, los tres se encaminaron hacia la biblioteca, donde el bibliotecario, un hombre a quien no hacía falta mucho esfuerzo para adivinar su edad, apenas reaccionó al verlos.
- Buenas tardes. - saludó antes de acomodar sus lentes y reconociendo a un viejo conocido exclamó. - Sai... hace mucho no te veía por aquí... procura no hacer ningún escándalo, ¿de acuerdo?
Sai asintió con la cabeza y siguió de prisa, como si se avergonzara de que todo el personal antiguo de la academia lo conociera.
- Y bien. - exclamó cuando todos tomaron asiento en una pequeña mesa circular. - ¿Qué estamos haciendo?
- Lógicamente. - Dijo Katleya. - Ya hemos hecho muchos picnics, y entrenado suficiente, hoy toca des estresarnos de una forma más culta. Ahora, vamos, no sean tímidos, tomen un par de libros de la sección que gusten y estaremos aquí en 2 minutos.
Dicho y hecho, cuando terminó de hablar, todos se levantaron dejando sus mochilas que su sitio y partieron a buscar algo que pudiera resultar interesante.
Sai vagó por la sección de magia, en especial de magia oscura; desde que su atributo fue descubierto, pocas cosas le importaban más que dominarlo. Pero al final optó por un libro más sencillo sobre la historia de la magia, pero cuando lo hubo tomado, fijó sus ojos en un voluminoso libro al final de la estantería. "Historia del primer grimorio" Sai se dejó atrapar por el título y se lanzó a por él, solo para que, al tomarlo, otra mano también asiera del libro. Al seguir con la mirada el femenino brazo, se encontró con la inexpresiva, incluso poco despierta cara de Yami, quien aparentemente hizo todo el recorrido de la mano al rostro igual que Sai, y que, al reconocerlo, puso una expresión igual de desconcertada que él, ambos guardaron silencio un momento hasta que Sai lo rompió.
- Hola, Yami. No esperaba verte aquí. -Dijo con un tono casual, pero algo atropellado.
- H-hola, Sai. - Dijo Yami a secas, como si aún le costara un poco leer el ambiente en el que se encontraba.
Al darse cuenta de que ambos seguían sosteniendo el tomo en sus manos, Sai espabiló y con cortesía le ofreció dejarle llevárselo.
- Si gustas puedes tomar tú el libro. - Le ofreció.
Yami negó con la cabeza. - Insisto en que lo tomes tú. - respondió ella.
Sabiendo que esto no iba a llegar a ningún lado, Sai decidió que podían llegar a un acuerdo.
- Y si.... ¿Vamos a donde estoy ubicado y lo leemos entre ambos? - propuso.
Yami lo consideró y tras pensar un poco, sonrió como si hubiese esperado un largo tiempo para escuchar esa invitación de alguien y asintió con la cabeza. Satisfecho, Sai cargó el libro en sus manos y se encaminó a su lugar, donde Katleya e Ymir ya se encontraban ubicados y leyendo cada quien su propio texto. Ávidamente, Sai se sentó indicándole a Yami que se sentara junto a él, en tanto Katleya advirtió la presencia de la integrante extra, Katleya se sobresaltó un poco, pero recobrando la compostura, saludó cordialmente a la acompañante de Sai.
- Un gusto, soy Katleya, Katleya Notari. - se presentó.
Solo cuando Yami respondió, Sai se dio cuenta de la falta de modales que había tenido al no introducirla él mismo.
- Ella es Yami Kodoku, una compañera de clases. - dijo Sai apresuradamente tratando de enmendar su error, sin darse cuenta de que no moderó su tono, causando un par de miradas indeseables de algunas mesas vecinas.
Ymir, que no había despegado su mirada de su libro, se sorprendió de la mención y, fijándose en la chica desconocida, afiló su sonrisa y presumiendo su acento, se presentó.
- Hola, bella. Me llamo ymir.
- Yami. - respondió ella.
Ymir pareció consternado ante la corta respuesta de Yami, la cual parecía no entender que ocurría.
- Esto... - se explicó Sai. - la verdad es que ella no habla mucho.
Comprendiendo, Ymir volvió a su lectura. Yami aprovechó para ver la portada de lo que sus nuevos conocidos leían, Katleya tenía un tomo algo gastado de un libro de matemáticas y astronomía, mientras que Ymir leía lo que parecía ser una historia de terror. Luego volvió su mirada a Sai, quien ya había comenzado la lectura del primer capítulo, así que se acopló a la historia de cómo uno de los primeros humanos en recibir la magia de los antiguos dragones asesinados, fue capaz de invocar y subyugar a un demonio inferior con su control de la magia oscura, iniciando así con la aún hoy día temida Demonología, el nombre del hombre era Lev Archzad, un ex convicto que bebía demasiado, irónicamente. Al final de un parrafo había una inscripción que llamaba mucho la atención, y era el hecho de como según su investigación, los demonios eran prácticamente solo emociones negativas y magia oscura abrazados a un débil cuerpo de carne, por lo que era posible que un ser humano pudiera hacerse un demonio siguiendo los pasos correctos...

Un bostezo de Ymir hizo que el grupo fuera consciente del paso del tiempo, ya la luz del sol se había teñido de naranja.

-Vaya! -dijo Sai estirando sus brazos con pereza. -El tiempo se va de prisa.

-Verdad que si -secundó Katleya. -Deberíamos descansar.- luego se giró hacia Sai y le señaló.- en especial tú, que abres con tu combate la segunda ronda.

Al salir de la biblioteca, rumbo a los dormitorios de los varones, Sai no perdió la oportunidad de incordiar al aparentemente derrotado Ymir.

-Así que Ymir... te dolió leer tanto? -Preguntó al borde de estallar en carcajadas.
-No mentiré, estuve casi dos horas viendo la misma página y no entendí nada.

Sai incordió otró rato más a Ymir. Viendo que se divertían, ambos pasaron a la habitación de Sai, donde Ymir le demostró a Sai que no había forma de vencerlo jugando cartas, siguieron otro rato más hasta que el sol se ocultó por completo y anticipandose al toque de queda, Ymir se marchó con satisfacción en el rostro y con 50 karis en el bolsillo, dejando a Sai a solas con sus pensamientos. Sai se detuvo un momento luego de guardar las barajas en su cajón, hacía mucho no jugaba cartas ni compartía tanto tiempo con nadie diferente a Katleya, y nunca imaginó que el pendenciero y prepotente Ymir D'orei pudiera ser ahora su compañero, de cualquier forma, resultaba grato. "Pensar cansa" pensó Sai, finalmente recostandose en la fría cama y observó las nubes que anunciaban la tormenta hasta caer dormido.

Un destello seguido de un estruendo penetrante despertó a Sai de sus más plácidos sueños, tras enfocar su vista y mirar a su alrededor, se dio cuenta de que aún el sol no debía de haber salido, pero era difícil de saber ya que las grises nubes lanzaban una ráfaga inmisericorde de lluvia y una brisa fría que penetraba hasta los tuétanos, Sai se levantó dispuesto a cerrar y asegurar la ventana para evitar que la habitación se anegara aún más, pero al momento de ver hacia el exterior, algo llamó su atención; una silueta que parecía ser de una persona estaba de pie en medio del desierto campus. Sai luchó contra la curiosidad durante unos momentos, pero finalmente aseguró la ventana y haciéndose de una chamarra, bajó las escaleras con cuidado de no despertar a nadie. Ya abajo se detuvo un momento al recibir de lleno un soplido de brisa que parecía algo que solo Ymir podría hacer, Sai se aferró más a su abrigo antes de seguir andando, afortunadamente la tempestuosa brisa no era constante, siguiendo su camino, Sai eventualmente alcanzó a la solitaria chica rubia, que sin denotar expresión estaba de pie mirando el inclemente cielo. Sai tardó poco en notar que era la misma chica que había estado estudiando desde que la vio en acción, dentro de unas horas, ella sería su contrincante; Alphonsine Berwick.
Sai se acercó a ella, mas al pisar un charco con fuerza, la jóven volvió su cabeza hacia él.

-Qué haces aquí?- preguntó, su voz no estaba cargada de emoción alguna.
-Lo mismo que tú, supongo. -Contestó Sai tratando de medir sus palabras.

Sin decir más, ella volvió a mirar el cielo ignorando a Sai por completo. Sai reconoció esa actitud, seguramente él también la había hecho antes, quizá en ocasiones similares.

-Alphonsine...
-Al -interrumpió la chica, a quien al parecer la irritaba escuchar su nombre completo.
-Al. -prosiguió Sai, apelando a su humanidad.- intentas recordar algo?

Al se detuvo, en apariencia porque Sai adivinó sus intenciones, sin embargo recuperó su compostura y solo se encogió de hombros en respuesta.

-No está mal querer traer de vuelta un recuerdo valioso - se excusó Sai.- En el pasado está lo que nos hizo lo que somos, después de todo.- Sai se sorprendió cuando esas palabras salieron de su boca, tal vez le hacía mella haber sido el mejor amigo de Katleya tanto tiempo.

Al mordió su labio inferiór unos segundos, finalmente suspiró y mirando a Sai exclamó: -A veces es mejor no recordar nada y solo tomar lo que tienes ahora y quedarte con ello.

Antes de que Sai pudiera contestar, la chica repitió: -A veces, sencillamente es lo mejor.
Sai quiso seguir la conversación, pero otra voz le robó el lugar a la suya.

-Al. -Llamó el hombre.

Sai inspeccionó al joven en cuestión, rubio igual que Al, y sus ojos igual de cafés a los de ella, Sai recordó que Alphonsine tenía un hermano, el cual debía de ser quien ahora la llamaba.
El chico movió la cabeza como si le indicara a Alphonsine que lo siguiera, ella asintió con la cabeza y lo siguió, no sin antes darle una última mirada a Sai, si no la hubiera visto de forma tan fugaz, Sai juraría que vio sus ojos vidriosos. Viéndola alejarse, Sai decidió que no tenía nada que hacer en esa gris escena y encaminó sus pasos a su habitación nuevamente.

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2018 ⏰

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