Capítulo 25

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Estoy frente la fachada de la casa de Rubén, la sangre en mis venas está tan alterada que comienzo a llorar y a gritar.

-¡Hijo de puta! ¡Asesino! ¡Sal! ¡Te voy a meter en la cárcel! ¡Estarás ahí de por vida!.- sé que Andrew está vivo, pero Rubén no  lo sabe,  quiero ser yo quien se lo diga para ver su cara de horror.

-¡Venga, sal!.- sigo gritando. Algunos vecinos ya sr asoman por las ventanas.

-¡Ruben, asesino! ¡Es un asesino señores! .- sigo gritando para que todos lo sepan.

Me doy la vuelta hacia sus vecinos y sigo gritando.

-¡Cobarde!.- me doy la vuelta y veo una mujer vestida elegante y un hombre no muy mayor trajeado.
Veo como se acercan a mí frunciendo el ceño y con un porte serio.

-¿Tiene algun problema?.- dice el hombre.

Lágrimas comienzan a caer, no se si por la vergüenza o por la rabia interna que siento.

-¡¡Cobarde!!.- grito al ver a Rubén en el porche.

Se acerca corriendo y comienzo a gritar y llorar aún más.

-Eres una loca.- gritó Rubén.

Sus padres quedaron quietos sin hacer nada, Rubén me cogió los brazos inmovilizando mis movimientos y arrastrandome a su coche. Me empuja al interior del coche y yo comienzo a pegar los cristales como una histérica. Rubén se  sienta a mi lado y arranca el coche, observo a su madre que venía hacia nosotros con cara de preocupación, pero su padre la detuvo.

Rubén aceleró todo lo posible, tiene su pelo desordenado y los dedos blancos de la fuerza con la que sujeta el volante.

Para el coche en un lugar parecido a un parque, pero con abundantes árboles y solitario. Estoy más calmada y mirando por la ventana los árboles.

-Qué estúpida eres.- escuché decir.

-Prefiero ser una estúpida, que un asesino.- respondí sin mirarlo.

-No soy un asesino y no voy a permitir que lo digas.- dijo.

-Asesino.- dije de nuevo.

-Mírame y dímelo. -su tono de voz cambió a más calmada y coqueta.

-Mírame.- volvió a decir.
Nada, no le hice caso.

A los minutos sentí cómo enredaba mi cabello en sus dedos y tiraba de él con fuerza atrayendome a él.

-¡¡Me haces daño!!.- grité.

-¡¡Es lo que te pasa por no hacerme caso, eres una completa estúpida y patética!! . - me dijo al oído mientras yo intentaba zafarme de su agarre.

-¡¡Suéltame!!

-¡¡Patética!!.- dijo de nuevo Rubén.

Sentí sus manos en mi mandíbula y mi intento de soltarme fue en vano, comencé a gritar y Rubén me atrajo más aún a él hasta quedar encima de su regazo, atrapó mis manos con una suya, y con la otra mano me cogió de la mandíbula, me besó, sí, me besó salvajemente, por un momento pensé que todo esto fue un sueño y que estábamos bien, recordé las escenas del parque con mi hermana pequeña, los momentos en los que lo pillaba mirándome, o en los que mostraba su tierna sonrisa en clase, ese chico que me enamoró al ver su primera foto. Me dejé llevar por ese beso que significaba tanto y a la vez no significaba nada, lo decía todo y no decía nada, creo que mi cabeza explotará con tantos sentimientos revueltos y ninguno claro. No se si lo sigo queriendo, o es odio lo que siento. El beso finaliza y abro los ojos lentamente viendo una sonrisa en el rostro de él, pero no es una sonrisa tierna, una sonrisa de reproche.

-¿Ves? Eres una cualquiera, puedo manejarte a mi antojo, serías una mujer de valor si me hubieras echo caso desde un principio, no vales nada, eres un ser despreciable, un trapo en los que todos se limpian y lo vuelven a tirar, eres fácil de pisar, y ahora que te hice mía, no vales para nadie mas ¿me oíste?.- escupió con reproche cerca de mi oído.

El labio comenzaba a temblarme por las hirientes palabras de Rubén, cómo he podido dejarme llevar, salí como pude del coche de Rubén, fue fácil, ya que no hizo ningún gesto por detenerme, no valgo nada, comienzo a correr y llorar desconsoladamente, ¿dónde he dejado tirada mi dignidad como mujer? ¿dónde está mi orgullo? Empiezo a correr sin rumbo fijo, me detengo a ver las calles y veo una placa donde señalan el centro de Madrid, comienzo a correr aún más hasta llegar a casa, no paro de llorar, me siento en la acera y me abrazo a mí misma, comienzo a llorar y a llorar...

"No vales para nada" "Eres una cualquiera"

Seguí llorando hasta que estaba oscureciendo y decidí  entrar a casa, fui directo a mi habitación y me encerré, me tumbé sobre la cama y abracé a mi almohada y apretandola contra mí, lloré y grité desahogando todo lo que sentía, pensamientos rondaban por mi cabeza y mi corazón, mi cabeza decía "No tiene razón" y mi corazón "Si tiene razón", una batalla interna que no puedo controlar ni yo misma, ¿le haríais caso a vuestro corazón o a vuestra cabeza?

Caí en un profundo sueño, después de darle tantas vueltas a las hirientes palabras de Rubén.



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Amor que Duele [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora