Capitulo 8 "¿Gracias?"

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-¡Ni tu ni nadie me impedirá correr! ¡Ya no tengo cinco años Matt! ¡No necesito un guardaespaldas! ¡No te necesito!-grité furiosa. Con las lágrimas picando en mis ojos. No, ahora no debía ser débil. No debía mostrar mi debilidad. Y mucho menos aquí. Me pasé de la raya. Sí. El sabía tanto como yo, que en cualquier situación, por más pequeña e insignificante que sea, necesitaba de él.

Matt solo permaneció ahí. Con postura firme y decidida. No cambiaría de opinión…. Y yo tampoco.

Di la vuelta y me encaminé a la salida. No quería estar ahí para recibir sus órdenes. Caminaba decidida y rápidamente.

Escuché los pasos de Louis tratando de seguirme. Pero la voz de Perrie lo detuvo.

-Necesita estar sola.-dijo calmada.

No voltee a ver. Pero sabía que Louis se había quedado a medio camino. Podía sentir su mirada en mi espalda.

Troté hasta la puerta de salida. No debía exponerme. Si lo hiciera, tendrían un truco bajo la manga. Las personas no sabían nada de mí, ni tampoco me interesaba que lo hicieran. Mi vida personal estaba en mi mente y mi corazón. Y Matt era parte de esto. No pararía de ser fuerte.

Al empujar las puertas de salida, un cuerpo chocó conmigo.

-Lo siento.-susurré sin poner atención en aquella persona. Mi cabeza gacha no subiría, y mi mirada conectada al suelo tampoco.

-Hey.-escuché su voz. Pero no me detuve. Las lágrimas ya no suplicaban salir de mis ojos. La ira las sustituía conforme las últimas palabras de Matt resonaban como un eco en mi cabeza. Pero cualquier pequeña cosa que escuchara o dijera, o simplemente recordara, me haría colapsar.

Mi intento de sobrepasarlo se desvaneció. Su mano tomó mi muñeca y me hizo voltear.

-¿Qué te sucede?-pregunto Jake. ¿Lo había descrito alguna vez?

Su cabello rubio con raíces oscuras era inestable pero cada desdén en el era atractivo. Su estructura osea no era nada más que delgada, sin esteroides volado por doquier, pero sus brazos eran fuertes. Ojos ridículamente azul oscuro. Y en ese instante me di cuenta de un pequeño fierro que atravesaba su labio inferior, algo nuevo que, seguramente, lo había hecho por una apuesta con David.

La manera en que lo dijo fue estúpida. Lo dijo tan naturalmente. Que por poco y creí que le importaba un demonio como me encontraba. Pero su mirada de preocupación lo delató.

-Olvídalo.-dije frunciendo el ceño y desviando la mirada del fierro negro en su labio.

Sentí su mano en mi mentón y volteo mi rostro, haciendo que me encontrara con él. Solo nos vimos el uno al otro. El transmitiendo las palabras que no dice en voz alta. Y yo sin deseos de recordarle las que dije.

Finalmente suspiró y bajo su mirada. Metió su mano en el bolsillo delantero  de sus jeans y sacó un papel. Lo puso en mi mano y guiñándome un ojo se alejó y entró.

Mi entrecejo fruncido se desvaneció al leer lo que decía el papel.

La dirección y la hora de la carrera.

Racers |Harry Styles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora