9.- El joven llamado Park Jimin.

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Jimin estaba acostumbrado a ocultarse tras una gran mentira. Cuatro respuestas respetuosas eran suficientes para sus progenitores. Y para él mejor. Cuanto menos tiempo tuviese que verles las caras, más a salvo estaría.

Se sentó en la cama junto a su novio, mientras se besaban con fuerza, ya desnudos. Por suerte, sus padres no estaban en casa y llegarían tarde. Se recostó con su novio encima, soltando algunos pequeños gemidos en la boca de su amante. Ser gay en la familia Park era un infierno. El día que lo confesó, recibió tal bofetada que ni siquiera pudo apoyar esa mejilla en la almohada por varias noches. Ahí se dio cuenta que ese sería su pequeño secreto, y que tal vez jamás sería feliz. Pero, con once años, era un niño bueno de mamá. Ahora, con quince, estaba en la etapa rebelde, la flor de la vida. Y quería experimentar, qué demonios. Quería saber lo que era acostarse con un hombre, al menos una vez en su vida.

Con lo que no contó el pobre Jimin era con que sus padres llegarían antes ese día. Y se dio cuenta demasiado tarde. La puerta de su habitación ya estaba abierta y sus padres situados en el umbral, como si el tiempo se hubiese detenido. Todo lo que pudo hacer Jimin fue vestirse con su pijama de estrellas azules y blancas y sentarse en la cama, viendo como su madre echaba a su pobre novio, jurando que jamás le volvería a ver. Mientras, la mirada del señor Park estaba clavada en su hijo, quien temblaba sobre la cama. Las lágrimas estaban al borde de salir, sintiendo la mínima esperanza ante una situación incómoda. No, Jimin sabía que no venía una regañina.

Pero tampoco se esperó lo que pasó.

Su padre, preso del odio, lo tomó por sus cabellos negros y lo jaló de tal forma que Jimin bajó de la cama mientras suplicaba que le soltara, que le hacía daño. Golpeaba su mano suavemente en un intento absurdo y penoso por soltarse. Su madre, en cambio, se quedó quieta en el centró de la sala, mirando a su único hijo con gran decepción. Esa mirada bastó para que lo poco que quedaba del bonito mundo de Jimin se desmoronara por completo. Y lloró por primera vez en muchos años. 

La puerta fue abierta y él arrojado sin pudor al suelo. El duro frío de invierno se clavó en sus huesos, haciéndole temblar con violencia. Se levantó rápidamente y corrió como pudo hacia la puerta, sintiendo como el castigado asfalto se clavaba en sus pies, cubiertos solo por unos calcetines de felpa.

- No vas a volver a pisar esta casa, puta.

Y, pese a eso, Jimin no paró, queriendo detener esa puerta, intentar inventar una excusa. Pero la puerta se cerró en sus narices. 

En los primeros segundos, el menor quedó paralizado frente a la puerta, creyendo que sus padres no serían tan crueles de hacerle eso. Pero el sol se fue ocultando y la noche llegó. Jimin, congelado de frío, se acurrucó contra la puerta, esperando que sus padres abrieran en algún momento.

Pero no. El sol volvió a salir para el pobre chico, quien estaba ojeroso y pálido, cansado de llorar. Y llegó la hora de la comida, y nadie salió de casa. Por suerte, Jimin sabía que su vecina solía dejar comida para los gatos. Al principio se sintió mal al tener que quitar a esos pobres animales la comida, pero estaba hambriento. Y sus esperanzas seguían ahí.

Pero al día siguiente, optó por huir cuando su padre salió con una botella para golpearle, cansado de escuchar sus súplicas contra la puerta, su llanto desesperado. El shock era tan fuerte, que Jimin se vio obligado a esconderse en un viejo callejón en el barrio rico. Ahí nadie le molestaría, y podría morir en paz. Pasó dos días más bajo cajas de cartón, sobrellevando el frío lo mejor que podía, y tratando de no morirse de hambre. 

Pero, para su mala suerte, la época de lluvia llegó. Y, para él, el juicio final.

Los cartones no protegían su pequeño cuerpo de la lluvia. Sabía que moriría de hipotermia. El agua helada le calaba hasta los huesos y el frío inaguantable parecía ser su único amigo. Entonces, su mente empezó a pasarle malas jugadas. Palabras de odio, golpes... Todo volvió a sus ojos, sintiendo como si volviese a revivirlo. El shock golpeando una vez más su débil corazón. 

Por eso, no se dio cuenta del coche que había aparcado fuera de ese callejón hasta que un chico un poco más mayor que él se arrodilló delante, mirándole con preocupación. Lo único que procesó la mente de Jimin fue "lleva zapatos caros y un abrigo de mil dolares".

- Hey... ¿Estás bien? ¿Te has perdido? -La voz del desconocido era suave, tanto que Jimin se descolocó un poco, sin lograr entender.- ¿Necesitas que llame a tus padres? - Jimin miró a otro lado, sin procesar nada pues su mente estaba en blanco. 

El chico rico suspiró y se quitó el abrigo, colocándolo sobre los hombros del más pequeño, quien se acurrucó bajo este, soltando un quejido al sentir algo de calor en su cuerpo.

- Dios... tienes hipotermia. - Dijo alarmado. Se acercó más y lo cargó con cuidado, apegándolo más a su cuerpo. Luego, miró a su acompañante alto y rubio.- Kris, abre el coche, nos vamos a casa.

  🍂 —  

Lo siguiente que recordó Jimin fue una cama blanda, muchas mantas y un termómetro bajo su axila. La habitación tenía un alegre color verde pastel, con algunos posters y cuadros adornando estas. Parpadeó, desorientado, y miró a su alrededor, viendo una ventana. El día estaba soleado.

- Hey, por fin despiertas... -Una voz sonó a su derecha. Jimin se volteó y vio a un joven castaño mirarle con una tímida sonrisa. Lo reconoció al momento.- ¿Estás mejor? Has dormido por casi una semana, tenías fiebre. - Las escenas golpeaban la cabeza de Jimin como un martillo.- Por cierto, soy Jung Hoseok, y cuidaré de ti. No sé qué demonios ha pasado, pero parece que el mundo se ha olvidado de ti... No dejaré que eso ocurra. Eres demasiado joven como para haber hecho daño a alguien. Y, por lo que vi, has pasado por algo feo ¿verdad?- La mirada de Jimin se posó en él.- Tranquilo, no tienes que contarme si no quieres. De todas formas, cuidaré de ti como a un hermano, y Jessica noona te cuidará también. ¿Hm? Seremos una familia todos juntos, pequeñín. 

"Familia"

Y por primera vez, Jimin lloró con total libertad, sacando todo su dolor, gritando y golpeando la cama, mientras esos brazos desconocidos volvían a darle más calor del que jamás había recibido de sus padres.

Jung Hoseok, sin duda, le había salvado la vida. 

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2018 ⏰

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Min Yoonji (jhs ; myg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora