Capítulo I

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La alarma sonaba fuertemente en la habitación de un joven de cabellos en forma de flama, indicando que era la hora de levantarse. Con pereza la apagó, y después estiró todo su cuerpo.

Aún con sus ojos cerrados, giró su cuerpo en busca de su pareja, a la cual no halló. Eso le pareció raro, cada vez que despertaba, el de cabellos alborotados siempre estaba a su lado.

Abrió sus ojos de forma lenta, y algo le pareció fuera de lugar. De un momento a otro se encontraba en sus cinco sentidos, ¡Esa no era la habitación matrimonial! La observó unos segundos más, y entendió donde se hallaba. Era la habitación que ocupó cuando aún vivía en casa de sus padres ¿Cómo diablos había llegado a ésta?

Cuando sus pies tocaron el suelo, corrió inmediatamente a la planta baja. Iba a preguntarle a sus papás que había ocurrido.

Ya en la sala, vio a su padre preparándose para ir a trabajar, y a su madre colocando el desayuno en la mesa.

-¡Mamá! ¡Papá!

-¡Buenos días, hijo! -saludó su padre.

-Oh, hijo. Que bueno que ya despertaste, ve a prepararte para ir a la escuela. Ya el desayuno está listo.

-¿Escuela? -preguntó confundido- Mamá, hace mucho que dejé la escuela. ¿Qué hago aquí? ¿Dónde está Kakaroto?

-¿De qué hablas? ¡Tú no haz dejado la escuela!

-A menos que la hayas dejado sin darnos cuenta, porque sí es así, estás en serios problemas, jovencito -amenazó su madre.

-Mamá, por Kami, claro que sí. Soy todo un hombre ¿no me ves? -se señaló- ¡Yo ya no estudio! ¡Trabajo para mantener a Kakaroto! Y no me haz respondido la pregunta ¿Dónde está Kakaroto? ¿por qué estoy en mi habitación? ¿En qué momento me trajo? ¿Adónde se fue? ¿Por qué lo hizo?

-¿Quién es Kakaroto? -preguntó su padre.

-¡Es mi pareja desde hace diez años! ¿Cómo no vas a saber?

-¿Hace diez años? -su mamá rió- Creo que ya entiendo todo. Vegeta, cariño, todo fue un sueño.

-¿De qué hablas? ¿Cómo qué, "un sueño"? -preguntó, confundido.

-Crees que eres un adulto y que estás casado. Sabemos que ya falta poco para eso, pero mientras tanto disfruta el poco tiempo que te queda en ésta etapa. No te mortifiques tanto. Todo fue un sueño, aún sigues siendo un adolescente, y lo más importante: Aún vas a la escuela.

-¡No, mamá!

-Mirate al espejo si no me crees entonces.

Vegeta obedeció se dio la vuelta y fue al espejo más cercano. Al verse quedó frío en su sitio. Ya no era el hombre de veintisiete que recordaba haber visto la noche anterior.

Esto debía ser una broma.

Una muy mala y cruel broma.

-No, no, no -dijo tocando su rostro- No, no, no -habló está vez desesperado- ¡Esto no puede ser cierto! -gritó mientras veía sus facciones juveniles.

Si esto era una pesadilla, debía despertar inmediatamente, sabía que nada era un sueño como su madre creía.

Él ya no estaba en la escuela, tampoco en la universidad. Se había graduado hace tiempo. Tenía su microempresa en la cual le iba excelente, creando una vida muy cómoda y digna para consentir a su pareja.

Ambos vivían una vida de ensueño.

-¿¡Cómo ocurrió esto!? -preguntó alterado.

-¿Ahora si me crees? -preguntó su madre.

-Mamá, no sé cómo pasó, pero soy un adolescente.

-Sé que eres un adolescente. Yo también fui una, al igual que tú padre. Es una etapa por la que todos pasamos.

-¡No, no me entiendes! Soy un adolescente de nuevo. Ya esto lo viví.

-Hijo, será mejor que te calmes. Ya te dije que todo era un sueño.

-¿Por qué no me pueden creer?

-Ve a darte una buena ducha para que vayas a la escuela -El menor bufó y se dispuso a subir las escaleras.

-¿Puedes creer lo qué dijo? -preguntó su mamá riendo a la vez que se sentaba a comer.

-Sí -respondió su padre riendo- Creo que el pobre ya se está comenzando a preocupar por su futuro. Eso es buena señal.

A la vez que ellos charlaban, Vegeta cerró de manera brusca la puerta de su habitación. El joven de cabellos en forma de flama no entendía nada ¿En verdad todo fue un simple sueño?

No, no lo era.

Estaba seguro de que él ya tenía otra vida. Sólo debía encontrar una manera de volver al tiempo donde ya era un adulto, pero primero, debía buscar a Kakaroto, que, según él, debía estar en su misma situación.

Juntos sabrían que hacer.

17 OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora