EPISODIO 3: ESFUERZO Y COMPENSACIÓN

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Un nuevo día nacía en el contado de Latte, los pájaros surcaban los cielos al son de la canción que tronaban los vientos, mientras las nubes escapaban del sol compitiendo por atravesar el globo. La esposa de Paul había partido la noche anterior, yéndose este a dormir tras recibir una llamada de la hermana de Cyan, pidiendo que este la dejase quedarse en su casa un tiempo.

En esa humilde mañana, Paul fue despertado por el sonido de pequeñas colisiones a una distancia cercana al local.

(¿A qué imbécil se le ocurre despertarse a las 6 de la mañana un domingo y para más colmo, cerca de mi casa?)

Incapaz de conciliar el sueño, Paul salió adormilado de su cama (con el pijama aún puesto), a ver por la ventana cual era la causa de tal batahola.

"!"

Lo que él vio tras su ventana fue una chica de pelo encendido en llamas, la cual disparaba a través de sus manos numerosas llamas con el objetivo de alcanzar un pequeño punto negro sobre un árbol.

La chica mantuvo este ritmo durante toda la tarde, hasta que finalmente se cansó y decidió entrar a la taberna. Durante todo ese transcurso, Paul se restringió a vislumbrar a lo lejos como la chica seguía intentando dar a ese punto. Sufría cuando la chica no lograba invocar bien su propio poder y celebraba en su interior cuando ella acertaba cerca del punto.

Al caer la noche, el puesto se llenó de clientes de forma inusual, sin embargo, Paul le dio especial servicio a la chica, la cual quedo confundida ante el gesto.

"Paul, ¿A qué viene todo esto?"

"Lo has hecho bien Cyan, tu hermana estaría orgullosa de esto. Espero sigas esforzándote como lo has hecho hasta ahora."

"¡Muchas gracias tío Paul! ¡Daré lo mejor de mí!"

Tal como en aquel día, el escenario se repitió por semanas y semanas, hasta que por fin Cyan fue capaz de dominar su denture. Ella se sintió muy orgullosa de su logro al igual que Paul, el que le dio un cálido abrazo.

Desde aquel día, Cyan empezó a ayudar a Paul en su taberna en vez de limitarse a usar aquel lugar solo para dormir y beber, ganándose aún más su cariño.

Poco a poco, Cyan se fue haciendo de algunos amigos, los cuales solían ser gente con habilidades similares a las de ella o simples compradores. No era la persona más conversadora del mundo pero sus amigos disfrutaban de su compañía, jugaban con ella e incluso competían.

Eso hasta un fatídico día en el que supo una desagradable noticia a oídos de sus amigos, los cuales platicaban en una mesa de la taberna.

"Oigan, ¿Supieron? Las relaciones con nuestro país vecino se han tornado críticas. Muchos usuarios de denture han desaparecido o sido asesinados de maneras brutales por espías o ejecutores a sueldo."

"Uno ya ni siquiera sabe quién puede ser amigo o enemigo, pero aun así, no quisiera desconfiar de nadie. Es un asunto complicado..."

Tras semejantes declaraciones, Cyan no pudo mantenerse más tiempo fuera de la charla.

"Disculpen chicos, oí de lo que estaban hablando y no pude limitarme a solo escuchar. Por lo que dicen, se viven tiempos difíciles. Oh, otra cosa, ¿han sabido algo de Diana? Hace días que no se la ve por aquí, solía ser una ávida fanática de nuestros licores..."

Un silencio fue la respuesta al unísono. Paul, el cual se hallaba sirviendo a otros clientes desde la vitrina pudo entender inmediatamente la situación y miró apenado a Cyan.

"Diana desapareció hace 1 semana. Lo último que supimos de ella fue que iba a ir a investigar la flora del monte Blanc por su cuenta. No sabemos si es que ella era un espía o si es que..."

El portador de las malas noticias, un chico llamado Jack, no fue capaz de continuar contando más. La expresión de felicidad en la cara de Cyan había desaparecido tras ocultarse tras el propio menú del local.

Ella aún no había logrado encontrar a ninguna persona con la cual querer permanecer por el resto de sus días, hace unos meses ni siquiera tenía personas con las cuales hablar. Sin embargo, uno de esos problemas había desaparecido, había podido sentirse feliz al fin consigo misma, aunque solo fuera un poco.

Una de las personas con las cuales se había abierto había desaparecido, todo había pasado muy rápido. Había empezado finalmente a sentirse viva, nada se le había arrebatado, nada le había faltado pero, un agujero había aparecido en su corazón.

Tras aquel triste momento, el ambiente se logró recuperar un poco tras algunos chistes de Paul y los amigos de Cyan, más eso no eliminó el dolor que ella sentía.

No ayudó que ellos dijeran estar dispuestos a dar su vida en el campo de batalla, cosa a la cual Cyan no estaba dispuesta.

"Debemos detener esta masacre, no podemos dejar que más caigan por el bien de la paz. Para traer la paz habrá que eliminar el mal, aunque no podamos contarlo. Estoy seguro que así Diana estaría tranquila."

(Los aprecio chicos pero, no puedo comprometerme a tanto. Me he esforzado demasiado en llegar aquí para apostar mi vida por una posibilidad vaga.)

El resto de la noche, Cyan permaneció en silencio mientras los chicos charlaban en las mesas. Al llegar la hora de cierre, Cyan se despidió de ellos con una ligera y frágil sonrisa, esperando poder reencontrarse de nuevo con ellos.

Sin embargo, el destino no quiso poner de su parte. No volvieron el día siguiente, no porque hubiesen desaparecido o algo por el estilo, sino porque sus familias decidieron mantenerlos dentro de sus casas hasta que amainara la crisis. Una vez más, Cyan volvía a estar sola con Paul.

SWEET LOSS: VOLUMEN 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora