Capítulo 1

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Son más de las 9 de la tarde, Alex dijo que iba a estar aquí a las 8 y media y no ha llegado. Sea lo que sea lo que tramara le está llevando su tiempo. Me dijo que estuviera en el gran descampado que queda tras la ciudad a esta hora y todavía no ha venido. Me preocupa bastante. Alex es el típico chico de 15 años, la misma edad que yo, que se mete fácilmente en problemas. Es experto en eso desde que era pequeño. No es un chico que busca problemas, pero es demasiado atrevido, y eso es lo que hace que se meta en ellos tan fácilmente. 

Al cabo de un rato, cuando estoy a punto de irme, veo que una moto se dirige hacia el descampado. Esto es muy raro, no suelen venir motos por aquí, en realidad no viene mucha gente a esta zona. Por lo que sé, sólo venimos Alex y yo, y, últimamente siempre vemos a un hombre de unos cincuenta años más o menos que duerme aquí, sólo tiene un colchón, es un vagabundo, a mucha gente les dan asco. A mí me dan lástima. Veo que la moto aparca a unos 50 metros de mí, y la persona que la conduce se baja. Y por la forma de caminar, la alegría que desprende, la inquietud que tiene por hacer siempre algo, me doy cuenta de que es Alex. Lo conozco como la palma de mi mano, más que mi mejor amigo, lo considero un hermano. Me acerco corriendo a él.

-¿Cómo la has conseguido? -observo la moto con admiración.

Es azul, un azul intenso, brillante. Está claro que no ha podido escoger otra, ya que Alex odia el azul y no la hubiera cogido si hubiera otra moto a elegir.

-Ya sabes, me tomo la libertad para quitarle cualquier cosa al vecino -dice esbozando una sonrisa. 

-Algún día va a estallar -le digo riendo-, ¿qué tienes pensado hacer? ¿para qué me has llamado?

-¿De verdad no te lo imaginas? Qué poco me conoces hermano, pues tiene algo que ver con esta preciosidad que he traído, el descampado es muy grande, podemos montarnos y conducir con toda la libertad del mundo.

En realidad mi nombre es Christian, pero a Alex le gusta llamarme hermano. El caso es que no nos parecemos en nada, él es rubio y tiene los ojos verdes, yo soy moreno y mis ojos son de un color marrón claro. Lo único en lo que nos parecemos es en la estatura, somos los más altos de clase.

-Vale, pero...¿estás seguro de que la conduces bien? No llevamos casco... -le digo no muy seguro.

-Anda, venga sube -dice montándose en la moto y haciéndome un hueco.

-Estás pirado -digo riendo y sin pensarlo dos veces me monto detrás de él agarrándome fuerte al asiento.

Al arrancar la moto hace un sonido ensordecedor que hace que me agarre más fuerte involuntariamente. La moto empieza a moverse, y noto cómo cada vez Alex aumenta la velocidad, comenzamos a dar vueltas en círculos por el descampado. Me siento tan poco seguro que al principio empiezo a asustarme, pero, cuando llevamos dos vueltas me acostumbro y comienzo a sentirme más seguro.

-¡Esto es genial! -digo riendo.

-¡Vamos a darle emoción! -escucho su grito efusivo a pesar del ruido del motor.

Da un giro de 180 grados y comenzamos a ir rápidamente hacia el otro lado del descampado, el cual no tiene salida ya que está limitado por un muro.

-¡Alex, controla la velocidad no vaya a ser que nos choquemos! -grito viendo que nos acercamos al muro.

-¡Todo controlado! -me dice mientras empieza a frenar-, ¡mierda, mierda, mierda! -dice gritando repetidamente.

-¡¿Qué pasa?! -pregunto asustado.

-Christian, no sé por qué no puedo frenar, ¡salta! -por primera vez en toda mi vida escucho el temblor en su voz, de que la cosa va mal, por primera vez lo noto asustado.

Sin pensarlo dos veces hago lo que me dice, al saltar doy varias vueltas por el suelo, y siento un fuerte escozor en la rodilla derecha, veo que me he raspado la piel y empieza a salir sangre, no es nada comparado con lo que duele. De repente escucho el grito de Alex, sigue en la moto, que está a unos 8 metros del muro.

-¡ALEX SALTA! -grito fuerte.

Y de repente todo pasa muy rápido. La moto se choca contra el muro y se vuelca con Alex. El sonido del choque es estrepitoso, y, todo se vuelve silencio. Es como si todo se parara, se quedara sin vida, como si se hubiera perdido aquello que más se añora y ya no hay razón para seguir adelante. Empiezo a pensar en Alex, ¿qué sería el mundo sin él? El mundo seguiría adelante, una pérdida más entre tantas, sin embargo, yo no.

-¡ALEX! -me levanto rápidamente a pesar de las molestias en la rodilla derecha y voy corriendo lo más rápido que puedo hacia él, el nudo que tengo en la garganta se hace cada vez más grande.

La moto ha caído sobre sus piernas, al acercarme a él me doy cuenta de que está incosciente y de la sangre que sale de su cabeza, observo que se ha hecho una profunda herida en la parte derecha de la frente.

-¡No! ¡No! Alex por favor...-lo zarandeo fuertemente- ¡Alex, respóndeme! -grito y empiezo a llorar desconsoladamente.

Saco mi móvil y marco rápidamente el número de emergencias.

-Emergencias, ¿dígame?

-¡Por favor, una ambulancia, rápido! -digo llorando y apoyando mi cabeza sobre el pecho de Alex.

                                                                          

El destino se puede cambiar (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora