Capítulo 6

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  • Dedicado a a mis regladores
                                    

Distingo a lo lejos del pasillo la habitación 216 y voy corriendo hacia ella, la gente se me queda mirando porque voy corriendo, pero yo paso de ellos como si no estuvieran, me da igual lo que piensen de mí. Entro a la habitación y me siento en la cama al lado de Alex.

No pueden. No pueden divorciarse, no ahora que Alex está en coma, ahora que en caso de que despierte, los necesitará más que nunca. Recuerdo lo que me han dicho, que Alex no iba a despertar, pero me niego a creer eso, me niego a dar por hecho que he perdido a mi mejor amigo.

Me recuesto sobre las sábanas verdes mirando el techo blanco enfermizo, respiro cansado por haber corrido y noto que estoy sudando, debo estar rojo, rojo de rabia. Y entonces, siento la necesidad de hablarle, sé que no me escucha, pero así me tranquilizaré, lo necesito de verdad.

-Alex, sé que no me escuchas, pero, así me sentiré más tranquilo -digo manteniendo mi vista clavada en el techo-, te echo de menos, ¿sabes? Echo de menos no ir al descampado contigo, no pasar toda la noche hablando contigo, echo de menos muchas cosas. Cada día, cuando me levanto, lo primero que pienso es en que quizás has despertado, pero siempre que vengo, te veo aquí acostado, inmóvil, y es como si todo se viniera abajo. Hoy...hoy he visto a Susan -se me corta la voz al pronunciar su nombre-, me ha preguntado que si crees que la perdonarías, yo le he dicho que sí, que tú tienes un corazón que mucha gente querría tener, espero no haberme equivocado-me guardo para mí lo que Susan me había dicho. Todo sigue igual, el descampado, no ha cambiado, el vagabundo que últimamente veíamos sigue viviendo ahí, he pensado que la próxima vez que vaya podría hablar con él, preguntarle su nombre y decirle qué te pasa, al fin y al cabo tiene que conocernos ya. ¿Te acuerdas de esa vez que fuimos al descampado y tú te colaste por ese agujero? -sonrío al recordarlo-, hoy he soñado con eso, pero algo cambiaba, he soñado que me echabas las culpas, y decías que era mi culpa el estar en coma. Yo me siento la peor persona del mundo, lo siento Alex, lo siento, debería haber advertido de que era una mala idea, prohibirte que te montaras, y no estarías así -noto el sabor a sal de mis lágrimas en la boca-, lo siento mucho...Yo no quería que te pasara esto, no a ti, no te lo mereces, pero por favor, por favor despierta Alex, hazlo por mí, yo no puedo seguir así, te echo mucho de menos, no perderé la esperanza, sé que vas a despertar, aunque ellos piensen que... -en ese mismo momento la puerta se abre y aparecen los padres de Alex.

Me seco las lágrimas rápidamente, no quiero que vean que he llorado después de lo que ha pasado. Me levanto de la cama y me siento en el sofá que hay en frente, ya se ha convertido en "mi sofá" siempre me siento ahí cada vez que vengo. Nos quedamos en un silencio incómodo, sé que están pensando en lo que ha pasado, y yo también. Pero es que no me he podido contener, me parece egoísta lo que quieren hacer.

-¿Cuándo pensáis divorciaros? -pregunto manteniendo la vista fija en la pared de en frente.

Los padres de Alex se sorprenden por lo que les he dicho, se me quedan mirando, pero no responden.

-¿Ahora no tenéis valor para decírmelo? -digo en tono cortante-, ¿sabéis lo que pienso de vosotros? Que sois unos egoístas.

Me levanto esta vez mas tranquilo y observo a Alex unos momentos. "Despierta por favor..." pienso para mí mismo y salgo de la habitación.

Al salir del hospital cojo el tren a casa, el trayecto se hace largo, tenía pensado quedarme todo el día con Alex, pero visto lo visto, mejor que me quede en casa. Cuando llego entro a casa y escucho el ruido de la aspiradora, mi madre está arriba. Entro al salón y veo a mi padre.

-Hola papá -digo de mala gana y me siento en el sillón.

 -Christian, ¿pasa algo? -me mira con su rostro lleno de preocupación- ¿Alex está bien?

Le miro a los ojos, esos ojos marrones oscuros, he heredado su pelo negro como el azabache, sin embargo, no sus ojos, yo tengo los ojos marrones claros de mi madre, dicen que también tengo su forma de ser.

.-¿Tú...tú sabías que Anne y Robert se van a separar?

-¡¿Qué?! ¿Se van a separar?

Su expresión cambia automáticamente, la preocupación que tenía se ha convertido en sorpresa y en incredibilidad. 

Asiento levemente.

-Ahora, cuando su hijo está en coma -mascullo enfadado.

-Christian, tienes que pensar que cuando en un matrimonio fallan las cosas…no hay marcha atrás, da igual las circunstancias en las que estén.

-¿Vosotros os separaríais estando yo en coma? –mis palabras resuenan en la sala cortantes, como una navaja afilada.

Mi padre se queda callado, probablemente sin saber qué decir, pero al cabo de unos segundos contesta.

-No hijo, claro que no -me mira a los ojos-, no seríamos capaces.

-Vale -asiento sonriendo y subo corriendo hacia mi habitación, donde me encuentro a mi madre pasando la aspiradora.

-Hijo, ordena el cuarto -me dice mientras trermina y apaga la aspiradora-, está echo una porquería. Por cierto, ¿no te ibas a quedar todo el día? ¿Ha pasado algo? ¿Cómo está Alex?

-Mamá...sus padres me dijeron...me dijeron que no iba a despertar -me tiro a la cama y me recuesto en ella.

Mi madre se sienta a mi lado y le dejo que me acaricie el pelo.

-Christian...verás como todo va a salir bien, Alex va a salir del coma, tiene muchísima fuerza de voluntad.

-Y...y Anne y Robert se van a separar.

-¡¿Qué?! -mi madre se lleva la mano a la boca, mi madre se sorprende, pero noto que no tanto como mi padre-,  ¿Con Alex en coma?  No pueden, ¿qué pensará él si despierta? Pensará que ha sido su culpa...

"Si despierta". Las palabras que dice me duelen.

-Lo sé, no sé cómo pueden estar pensando en separarse...-suspiro.

-Bueno, no se lo podemos impedir hijo, ¿sabes qué?

-¿Qué? -la miro curioso.

-Hasta este momento no me he dado cuenta de lo que Alex significa para ti -sonríe cálidamente mientras sigue acariciándome-, y lo que significas tú para él, supongo que es como tu hermano. Pero...¿no te gustaría tener un hermano de sangre?

-Me encantaría mamá -la miro expectante-, ¿acaso pensáis tenerlo?

-Bueno, sólo era una pregunta -me responde con una sonrisa.

Se levanta dirigiéndose hacia la puerta.

-Christian, recuerda, ordena el cuarto. Y tienes el juego de reglas roto, no sé qué haces ni cómo lo haces para tenerlas así, cuando vuelva a empezar el curso yo no te voy a comprar ninguno, te lo compras tú.

-Sí mamá...-resoplo y cierro los ojos.

Estoy tan cansado que al poco rato me desvanezco en la oscuridad, soñando y recordando todos los momentos que he pasado con Alex.

El destino se puede cambiar (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora