Changes| Lukanette

CHAPTER VI

Es verdad que todo no es como te imaginas.

Una historia que se creía que empezaría tan limpia y hermosamente como una flor recién abierta en algún prado con millones de flores más, llegando en primavera con viveza y felicidad, con grandes árboles frondosos acompañantes de su día a día, a partir de ahora.  De todo aquello que vendrá sin tener miedo a su futuro.

Todo lo bueno tiene su final ¿No es así? Aquello que florece debe de morir...
Si sabes cuidar durará más, pero si descuidas puede terminar mal.

Se lo que estoy haciendo, y creeme, no quiero que esto pase, pero solo veo esto como mi única opción. Quiero correr, huir, llorar, solo quiero saber que camino tomar, no quiero ilusionarme más, ni tampoco sufrir más. Estoy cansada.

Y ahora gracias a tus palabras se que tengo que mejorar, no me puedo atascar más dónde no soy correspondida.

—Marinette, me haz tomado de sorpresa, ¿Dices esto en serio?—dijo en un tono de burla. — la azabache asintió algo cabizbaja.—Creo que ya lo sabía la verdad, ey, no quiero ser duro.—suspiro y soltó una pequeña risa algo inaudible pero Marinette la alcanzo a escuchar—pero, sinceramente entre los dos no puede haber más nada que una simple amistad.— soltó sin titubeos para después observar su reloj, eran las 6:12, tenía que irse o su Padre lo castigaría.—¿Era todo Mari? Tengo que irme ya es tarde, si no llego antes de las 6:30 mi padre me matará.—Soltó para pasar la mirada de su reloj rolex a Marinette, que se encontraba cabizbaja mordiéndose el labio inferior y aguantando aquellas lágrimas que amenazaban en salir. Adrien se preocupo—Marinette, yo...—una mano lo detuvo—Es mejor que te vayas, yo hablaré con ella.—Alya había aparecido y Marinette se lo agradecía infinitamente.

Adrien no reaccionó, asintió y se despidió. Al este retirarse Marinette flaqueo, y callo de rodillas al suelo, al menos había librado una duda pero sintió como su corazón se apretaba al recordar las palabras del rubio, realmente no pensó que fuera tan duro.

—Marinette...—dijo Alya en voz baja, nunca había visto a su amiga así. Se veía indefensa y agotada.—¿Quieres agua? Dios Marinette, te ves mal...—dijo completamente preocupada, realmente la estaba asustando.

—Tranquila Alya, yo...yo estoy bien, no es nada—Intento levantarse pero no pudo. Su mejor amiga la ayudo y pasó su brazo por sus hombros y dijo—ven vamos a casa, mañana me contarás mejor o bueno cuando te sientas mejor.—Marinette asintió y con torpeza empezó a caminar. Dirán que será algo exagerado pero en realidad, ella no espero una respuesta tan directa realmente. Muchos pensamientos que tenía empezaron a acumularse y ya no sabía que hacer.

Eran las 6:30, ya casi todos estaban en sus casas, pero había aún gente en algunas partes del instituto. Unos se habían quedado por castigo y otros por tareas extras, ellas decidieron salir y dirigirse a la casa de la oji-azul.

—Marinette, realmente quieres venir mañana a la escuela?—comentó Alya después de entrar a la casa de su amiga—Si no te sientes bien para verlo simplemente di que estás enferma o...

—No— antes de que la castaña terminará de hablar fue interrumpida por la azabache, que ahora se encontraba mirando las fotos del rubio colgadas en la pared de su habitación— No, no voy a dejar que algo así me termine atascando, no más Alya.—Dijo fríamente, para después empezar a arrancar las fotos con fiereza. La castaña no dijo ni comentó nada, solo espero a que su amiga se  desahogara así fuera un poco, sabía que lo necesitaba, pues llevar enamorada de un chico ya más de 2 años de la manera como lo hacía Marinette si era algo doloroso.

Marinette sabe que no se puede obligar a tener un sentimiento, ella lo sabía muy bien, así que no iba a protestar por aquello, pero pensar en aquella risa sarcástica que hizo el rubio la hacía enojar ¿Realmente era tan gracioso lo que había dicho? Simplemente estaba aclarando sus sentimientos.—se sentó en su silla giratoria mientras tiró su cabeza hacia atrás, cerro sus ojos y intento calmarse, tenía que relajarse, esto no podía afectarla, solo es una desgracia pequeña más a su vida, no es nada comparado a lo que vivió hace algunos años y de las cosas que enfrenta al día de hoy.

—Alya—Llamó a su amiga. Está reaccionó y respondió—Si, Mari, ¿qué pasa?—la chica se levantó de la cama de la menor y se acercó a la azabache.—¿En qué puedo ayudarte? sabes que estoy aquí.—Marinette sonrió y para después acomodarse bien en aquella silla y respondió—quédate conmigo esta noche, por favor.—Esta bien, llamaré a mis padres, dame un minuto.—dijo para después salir por un momento a hacer la llamada.

Tikki salió de la bolsa de Marinette y la miro algo triste, pues ella escucho todo lo que había pasado, y pues sabía lo que pensaba Marinette cada vez que se encontraba o recordaba al  chico, a ella igual le hubiera dolido.—Marinette...—dijo con voz bajita pero audible para su portadora—sabes que siempre estaré contigo, hay muchas cosas mejores que vendrán a futuro, sabes que sí ¿Cierto?—Marinette sonrió, y asintió. Sabía que Tikki era una gran ayuda para su estabilidad y que a pesar de que han vivido poco juntas ella siempre tenía las palabras exactas para subir su ánimo y se lo agradecía infinitamente.—Gracias Tikki, eres la mejor de verdad.—la antes mencionada sonrió y decidió dejar un pequeño abrazo en la mejilla de su portadora, para luego esconderse pues,  al parecer Alya había dejado de hablar por teléfono.

—Esta bien Mari, me quedaré ¿Quieres ver películas? — dijo tomando el control del escritorio.

—Esta bien, pero que no sea de miedo, por favor—La castaña rio bajito tras lo dicho por su amiga y dispuso a buscar alguna película para dejar de pensar en todo aquello que la estaba  confundiendo y lastimando.

Ella sabe que su amiga no ha pasado por lindos momentos y hace lo mejor que puede para apoyarla, después de todo hicieron una promesa que jamás olvidarían.

Después de 4 años de bloqueo escritor ahora sí pienso seguir con esto je.

¡Gracias por seguir leyendo!