10. "Yo nunca"

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La clase de Historia fue muy interesante, una tarde como cualquiera. La maestra estaba hablándonos inicialmente de la Revolución Rusa, pero una vocecita que nunca supe a quién le pertenecía, logró desviar el tema hacia el mito de la desaparición de la famosa princesa Anastasia, perdida y jamás encontrada. Era un hecho que toda la familia Romanov había sido ejecutada, incluyendo a Anastasia, pero el mito era tan fuerte que seguía incluso abierto a discusión. Yo había oído en algún lugar que la princesa había llegado a presentarse en el palacio hecha ya toda una joven, pero no le habían dado crédito a sus palabras, ya habiendo tantas impostoras que decían ser ella, y la habían echado. Triste. En fin, yo suponía que jamás lo sabríamos con exactitud.

En una esquina de la clase, una chica era la más participativa e interesada en el debate acerca del tema y por la firmeza de sus palabras nadie se había atrevido a contradecirla en lo que llevaba de la clase. Junto a ella, su mejor amiga, siempre apoyándola, aunque no entendiera ni una palabra de lo que estaba diciendo. En realidad, no le importaba, pero si tenía que estar en algún lado del asunto obligatoriamente, de todos modos estaría en el lado de su amiga. Esas chicas respondían a los nombres de Bella y Mar.

Yo las había conocido a ambas desde mi llegada al internado. Isabella Brown (Bella para los amigos) venía de Rusia (bastante conveniente para el tema del día) y tenía un bonito acento marcado que la hacía inexplicablemente agradable. Contaba con un precioso rostro angelical, casi infantil. El cabello oscuro le llegaba hasta la mitad del muslo y su despampanante e inusual figura era mucho más que suficiente para matar de la envidia a cualquier adolescente de su edad. Su personalidad era fuerte, terca y segura. Había llegado a ser mi amiga en mi primer año en el Henderson Green.

Y luego estaba Mar. Su nombre en realidad era Martha, pero lo odiaba tanto que no dejaba que nadie la llamara así. Era más alta que Bella, más grande, más delicada. Tal como Sophie, parecía ir por la vida repartiendo caramelos. Era una castaña ojona y bonita. No tan genuinamente agradable como su compañera, pero encantadora.

Mar había llegado en el tercer año y desde ese momento habían sido inseparables.

—¿Por qué, porque era mujer? —rebatía Bella, silenciando con esa voz tan fuerte a toda el aula—. Solo digo que si hubiera sido hombre, "el príncipe", en realidad se habrían esforzado un poco más en buscarlo, pero como era una princesa que jamás podría ser reina, porque era mujer, no les importó demasiado.

—Muy bien, señorita Brown —la calmó la maestra finalmente, aunque complacida por su capacidad de debatir—. Alabo su punto de vista, ¿pero le parecería que volvamos al tema de la clase?

Miré de reojo a Bella, admirándola. Apenas sintió mi mirada sobre sí misma, volteó, me miró muy lentamente por debajo de sus largas pestañas y finalmente me dedicó un guiño y una sabia y ligera media sonrisa.

Ese día compartía Química con Greg, lo cual fue muy divertido. Debíamos aprendernos los elementos químicos con sus respectivos símbolos, lo cual a mí sorprendentemente me resultó menos complicado que aprenderme los nombres de todos sus hermanos. Era gracioso, porque para Greg parecía ser completamente al revés.

—Vamos, vamos, dilo conmigo: hidrógeno, litio, sodio, potasio, rubidio, cesio, francio —instruía yo.

—Hidrógeno... ¿sodio?

—¿Puedes retener eternamente los nombres de ocho hermanos sin equivocarte y no puedes aprender una maldita columna de símbolos químicos? —carcajeé.

—No olvides al bebé, su nombre es Gideon, me lo dijeron hoy —sonrió graciosamente.

Los dos nos reímos y seguimos practicando.

All I need is you II © [AINIY #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora