CAPÍTULO 8

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Poco después, movido por la ira consigo mismo, y con Sungmin, Kyuhyun entró en la villa con la sutileza de un policía en una redada. Cerró de un portazo y Sungmin salió corriendo del dormitorio.

–¿Qué ha pasado? –le preguntó, asustado.

Kyuhyun vio la maleta a los pies de la cama y supo que llegaba justo a tiempo.Siwon había tenido razón. Unos minutos después se habría ido.

Empeñado en desvelar la verdad, caminó hasta él, lo arrinconó contra la pared y apoyó un brazo a cada lado, atrapándolo.

"Ahora intenta escapar. Inténtalo".

La intensidad de la ira que crecía en su interior era desbordante. Los ojos de Sungmin se ensancharon.

–¿Qué diablos te ocurre? –exigió él.

Sungmin intentó escabullirse pero él lo impidió. Se sentía como un animalito en una trampa, retorciéndose y jadeando para liberarse, pero consiguiendo solo que él lo apretara más.

–No vas a ir a ningún sitio –metió la mano entre su pelo oscuro, suave y sedoso–. No saldrás de esta habitación hasta que admitas cómo te sientes.

–¿Ahora mismo? Cansado de estar contigo.

–Mientes. Deseas esto tanto como yo… –apoyó la boca en la de él, transmitiendo toda su ira, desesperación y emoción con ese acto físico. Lo besó como si nunca lo hubiera hecho antes y no fuera a hacerlo nunca más, como si fuera el aire que le daba la vida, la sangre que alimentaba su corazón. El sabor dulce y cálido de su boca se le subió a la cabeza. Era como una droga peligrosa que lo invadía, transformando la ira en otro potente sentimiento.

Kyuhyun era vagamente consciente de que Sungmin había dejado de forcejear y se agarraba a su camisa, entreabriendo la boca bajo la de él. Fue como una llamarada que le hizo perder el control del todo. Lo alzó en brazos, sin pensarlo, y lo llevó a la enorme cama desde la que se veía la piscina privada y la suave curva de la playa al fondo. Un entorno idílico que ni vieron, cegados por la pasión.

El pantalón cayó al suelo, seguido por  la camisa de Sungmin. Después lo tumbó de espaldas. Solo los boxer de ambos se interponían, y no tardó en arrancárselo. Esa vez no iba a permitir que le escondiera nada, ni un milímetro de su ser. Lo cubrió con su cuerpo, dispuesto a utilizar su peso para retenerlo, pero Sungmin se aferró a su cuello, buscando su boca. Como un hombre desfallecido, calmó su hambre en sus labios, que gimiendo y enredando los dedos en su pelo, exigía tanto como daba. Con la lengua en su boca, una mano moldeaba la curva de su mejilla mientras la otra acariciaba su pecho.

Los detalles se difuminaron mientras saboreaban, tocaban e incitaban. Era un encuentro salvaje, casi violento, y hubo un momento en el que, mientras rodaban enredados, ansiosos como animales, Kyuhyun no supo si Sungmin luchaba o lo animaba. Clavó los dientes en su hombro y éste emitió un sollozo que se transformó en gemido cuando Kyuhyun introdujo una mano entre sus muslos. El primer dedo se deslizo en la húmeda entrada y Sungmin se estremeció de placer.

Cuando introdujo el segundo, ya se podía apreciar una expresión de placer en el bello rostro de Sungmin mientras que lo preparaba. Introdujo un tercer dedo y Sungmin grito de placer arqueando su espalda dejando al descubierto su cuello, el cual Kyuhyun no se resistió en probar y lo comenzó a besar mientras seguía moviendo sus dedos en su interior.

Lo tocó con destreza y su respuesta confirmó lo que había sospechado: estaba tan loco por él, como él por Sungmin. Allí, en la situación más íntima, no podía esconderse de él.

Y él no podía esconderse de la verdad.

No quería un divorcio.

Quería a su esposo. Allí. En ese momento.

REGRESANDO A TU CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora