Sungmin observó a Kyuhyun enviar un correo electrónico con una mano mientras se anudaba la corbata de seda con la otra. En la mesa había una taza de café, ya frío, que no había tenido tiempo de beberse. Desde que habían llegado a la residencia Cho había estado abrumado de trabajo.
Sintió una punzada de añoranza por la sencillez de su vida en Seungwipo. Él había cumplido la promesa de desayunar y cenar juntos, pero la noche anterior habían cenado pasadas las once.
Además, le incomodaba la grandiosidad de la residencia. Las paredes estaban llenas de obras de arte de valor incalculable. Kyuhyun se alojaba allí cuando tenía que estar en la ciudad, pero prefería la villa en el Cho Spa y su nueva casa en Seungwipo.
Su hogar. El de los dos.
La palabra hogar hacía que se sintiera de maravilla. Se derretía por dentro al pensar que el increíble hombre que tenía delante era suyo. Era adicto al trabajo, sí, pero él adoraba su energía y su entrega. Kyuhyun asumía responsabilidades y compromisos con el trabajo y con su familia desde mucho antes de que él lo conociera.
Sungmin se acercó y terminó de anudarle la corbata mientras él, gesticulando, soltaba una indignada parrafada en coreano. Cuando colgó la llamada estaba visiblemente enfadado.
-¡Abogados! -tensó la mandíbula-. Son capaces de hacer que un hombre se dé a la bebida. Tengo que volar a Mopko y había pensado pasar la tarde contigo. Iba a llevarte de compras.
-Estaré bien. Hae ha vuelto de su luna de miel y vamos a vernos en el Spa, para hacernos la manicura y charlar. Y le he prometido a Siwon echar un vistazo al club deportivo del complejo. Después buscaré un despacho vacío y contestaré los mensajes que he ignorado desde que fuimos a Seogwipo.
-Puedes usar mi despacho, pero preferiría que no tuvieras que trabajar hoy.
-No tengo que trabajar. Quiero trabajar -Sungmin dio un paso atrás, preguntándose si llegaría el día en que no le temblaran las rodillas solo con mirarlo-. Ya está. Estás muy elegante.
"Pecaminosamente guapo", pensó. "Y mío".
-Volveré a tiempo para llevarte a cenar -Kyuhyun llevó la mano a su chaqueta-. He descubierto un nuevo restaurante...
-En ese caso, me iré de compras.
-Hazlo -se inclinó hacia él y lo besó-. Hablé con mi madre, por cierto. La horrorizó saber que habías pasado por eso sin decírselo a nadie. Habría deseado que confiaras en ella.
-No es mi fuerte, como sabes.
-Intenté explicárselo, pero no quería hablar de tu pasado sin haberte perdido permiso -acarició su mejilla con los nudillos-. Podrías confiar en ella. Le ayudaría a entender.
-Quiere verte feliz. Eso lo entiendo muy bien.
-Soy feliz -lo abrazó con fuerza-. ¿Cómo podría no ser feliz teniéndote a ti?
El teléfono sonó y él suspiró con exasperación.
-Echo de menos Seogwipo -rezongó.
Un segundo después salía por la puerta. Su mente ya estaría centrada en solucionar el asunto de Mopko. Un trato muy importante para él.
-Soy muy listo -Hae, encantado consigo mismo, se ajustó su gorra -. Sabía que, si los reunía, no aguantarían sin tocarse. Y Kyuhyun está a punto de cerrar el negocio sardo, así que habrá un "felices para siempre" para todos.
-¿Por qué es tan importante lo de Mopko? -Sungmin estaba sentado en una hamaca, a su lado.
-Era el sueño de nuestro padre -Hae se puso crema protectora en los brazos-. Quería tener hoteles en las dos islas. Pero es difícil conseguir terreno para construir allí. Kyuhyun encontró el lugar perfecto porque es un genio. Y hace que la gente casi se sienta obligada a vender. Por eso tiene que finalizar el trato en persona. Se lo venden a él, confían en que hará lo correcto. Que construirá sin arruinar el entorno. ¿Qué tal Seogwipo?
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REGRESANDO A TU CORAZÓN
FantasíaUna vez esposo de un Cho, siempre esposo de un Cho... Cho Sungmin no tenía suerte en el amor; su matrimonio había sido un desastre. Y no había bastado con irse sin más. Desde el momento en que habían reclamado su vuelta a la isla, los escalofríos d...